miércoles, 14 de marzo de 2018

TE ESTABA ESPERANDO.- (MICRORRELATO)


Y ahora, después de haber llorado tanto llegas tú como si fueras mi hombro, ese hombro donde apoyar mi cabeza y contarte todas mis penas…Me sentía fatal, triste y con ganas de llorar continuamente, de tal manera que me fui al templo de Dios a pedir ayuda…Tenía una depresión de caballo, apenas dormía en toda la santa noche…Estaba casada, tuve dos hijas y después de veinticinco años de tira y afloja, me separé…Fue entonces cuando empecé a respirar un poco de libertad con armonía y algo de paz para mi dolorido corazón. La convivencia con mi marido había sido desastrosa, ¡ay si mi madre levantara la cabeza…! Era de lista…Desde un principio me lo advirtió…Hija mía, ese hombre no te conviene… ¡Ojalá le hubiera hecho caso! Pero ya se sabe cuando una es joven y está locamente enamorada, que tildamos a las madres de súper protegedoras y antiguallas…Tenía una venda en los ojos y lo único que veía era su cara guapa que escondía a un mujeriego empedernido…Lloré mucho, ¡vaya que lloré! Lo amaba con locura…Después del divorcio me dediqué a mi trabajo de lunes a viernes, y a salir los sábados con una amiga de la infancia que también estaba separada. Nos íbamos a bailar, al cine y a lugares de ambiente donde la mayoría de la gente eran más o menos de nuestra edad, hasta que ella conoció a un tipo y empezaron una nueva relación, por lo que a veces me quedaba encerrada en casa viendo mucha tele y hartándome de comer. Empecé a coger unos kilitos de más y reaccioné…Siempre me ha gustado verme bien ante el espejo, y aunque ya rondaba los cincuenta, todavía atrapaba la mirada de jóvenes y mayores, además necesitaba salir de mi encierro…Me apunté a un gimnasio y poco a poco me fui rodeando de nuevas amistades, incluso había señores bastantes majos que me tiraban los tejos, claro que entonces no estaba por la labor, sobre todo ahora que estaba empezando a saborear la soledad de mi libertad, ya que entraba y salía sin necesidad de dar explicaciones a nadie, sin obligaciones. Muchas veces, cuando volvía de madrugada, lanzaba los tacones a los pies de la cama y caía exhausta durmiendo hasta las tantas…En una de mis salidas, conocí a un hombre que llevaba separado más de quince años. Poco a poco empezamos a intimar, pero cada uno en su casa y Dios en la de todos, como decía mi santa madre que en paz descanse…De todas maneras, no me sentía preparada para vivir en pareja, por lo que decidimos pasar juntos tan sólo los fines de semana, quedándome a dormir en su piso que era de lo más confortable…Empecé a renacer de nuevo dándole gracias a Dios por haberlo conocido…Me sentía la mujer más feliz del mundo. Era todo caballerosidad, jamás me habían tratado tan bien, con tanta delicadeza…De repente a los tres meses de relación, me deja una nota diciéndome que necesitaba su espacio…Me quedé rota por dentro…No sabía qué pensar…Quizás se sintió agobiado por mí…Puede ser que se asustara al verme tan exuberante…A las dos semanas me llama. Quiere que nos veamos para darme una explicación…Me arregle toda nerviosa, parecía una cita a ciegas…Conversamos sobre su repentino cambio, y tal como pensé, se había sentido agobiado por tanta pasión, además llevaba muchísimos años viviendo solo y acomodado…Reanudamos nuestra relación y a mejor…A causa de su trabajo, tenía que estar varios días fuera. Me llamaba todas las noches con la ilusión de volver a pasar el fin de semana juntos…Nos íbamos a la playa y al atardecer camino de su casa…No me dejaba hacer nada. Me quedaba en el sofá sentada oyendo música mientras él cocinaba…Ponía la mesa con velas encendidas, y después de cenar fregaba los platos…Era el hombre perfecto…Si algún sábado no podía venir, salía con mis amigas, me decía que cuando regresara le enviara un mensaje para hablar…Estaba súper enamorado de mí…A veces me llamaba durante el tiempo que estaba con ellas…Poco a poco fui descubriendo nuevas etapas de su personalidad…Me sentía vigilada…Una vez corté el móvil e insistió tanto que al fin lo cogí. Me dijo que necesitaba hablar conmigo en ese momento…Empecé a darme cuenta de su carácter tan posesivo y controlador, pero cuando estábamos juntos todo era maravilloso y perfecto…Perfecta la cama hecha sin una arruga, y su ropa doblada sobre la silla de la habitación. Los zapatos bien colocados en la entrada, las toallas todas del mismo color…Tenía muchas manías y cambios de humor…Otras veces desaparecía y se tiraba días enteros sin llamarme…En otra ocasión me dijo que lo mejor era dejar nuestra relación. Luego volvía diciéndome que llevaba muchos años viviendo solo y sentía como si le estuviera invadiendo su intimidad, que tuviera un poco de paciencia…Y la tuve, ¡vaya que sí! Hasta que se fue a Granada sin mí sabiendo las ganas que tenía de conocerla…Me dijo que era para una carrera y no quería dejarme sola…Cada día me llevaba un chasco más, me estaba desilusionando…El hombre al que yo me había entregado en cuerpo y alma me ha decepcionado…Ya no lo amo como antes, se me agotó la paciencia…No tengo ni edad ni tiempo para estar con tantos altibajos…Ha sido una experiencia amarga y dulce a la vez que ha durado un año, y aunque me sigue llamando por las mañanas para desearme los buenos días y por las noches, feliz descanso, lo hace sólo para quedar bien conmigo…Quizás me aferré a él después de mi divorcio, no lo sé, lo único que sé es que cerré puertas, pero dejé ventanas abiertas…Y por eso te conocí... pues…Dicen las malas lenguas que un clavo saca otro y verdad debe ser cuando verdaderamente te llegué a conocer mi amor... ¡Ay mi amor…! Se me llena la boca de alegría y pasión cuando me refiero a ti llamándote amor…lo necesito tanto en éstos momentos…Justo ahora que espero con ansiedad tu llamada…esa llamada de teléfono fue la que me salvó del infierno en el que estaba cayendo…No te puedes imaginar siquiera cuánto te lo agradezco…pues…Gracias a ti hoy miro al cielo sonriendo y sueño…Sueño bonito…sueño que quiero tenerte conmigo, aquí a mi lado, sentado junto a mí, mirarte a los ojos y decirte…te estaba esperando…
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario