Y ahora, después de
haber llorado tanto llegas tú como si fueras mi hombro, ese hombro donde apoyar
mi cabeza y contarte todas mis penas…Me sentía fatal, triste y con ganas de
llorar continuamente, de tal manera que me fui al templo de Dios a pedir ayuda…Tenía
una depresión de caballo, apenas dormía en toda la santa noche…Estaba casada,
tuve dos hijas y después de veinticinco años de tira y afloja, me separé…Fue
entonces cuando empecé a respirar un poco de libertad con armonía y algo de paz
para mi dolorido corazón. La convivencia con mi marido había sido desastrosa,
¡ay si mi madre levantara la cabeza…! Era de lista…Desde un principio me lo
advirtió…Hija mía, ese hombre no te conviene… ¡Ojalá le hubiera hecho caso!
Pero ya se sabe cuando una es joven y está locamente enamorada, que tildamos a
las madres de súper protegedoras y antiguallas…Tenía una venda en los ojos y lo
único que veía era su cara guapa que escondía a un mujeriego empedernido…Lloré
mucho, ¡vaya que lloré! Lo amaba con locura…Después del divorcio me dediqué a
mi trabajo de lunes a viernes, y a salir los sábados con una amiga de la infancia
que también estaba separada. Nos íbamos a bailar, al cine y a lugares de
ambiente donde la mayoría de la gente eran más o menos de nuestra edad, hasta
que ella conoció a un tipo y empezaron una nueva relación, por lo que a veces me
quedaba encerrada en casa viendo mucha tele y hartándome de comer. Empecé a
coger unos kilitos de más y reaccioné…Siempre me ha gustado verme bien ante el
espejo, y aunque ya rondaba los cincuenta, todavía atrapaba la mirada de jóvenes
y mayores, además necesitaba salir de mi encierro…Me apunté a un gimnasio y poco
a poco me fui rodeando de nuevas amistades, incluso había señores bastantes
majos que me tiraban los tejos, claro que entonces no estaba por la labor,
sobre todo ahora que estaba empezando a saborear la soledad de mi libertad, ya
que entraba y salía sin necesidad de dar explicaciones a nadie, sin
obligaciones. Muchas veces, cuando volvía de madrugada, lanzaba los tacones a
los pies de la cama y caía exhausta durmiendo hasta las tantas…En una de mis
salidas, conocí a un hombre que llevaba separado más de quince años. Poco a
poco empezamos a intimar, pero cada uno en su casa y Dios en la de todos, como
decía mi santa madre que en paz descanse…De todas maneras, no me sentía
preparada para vivir en pareja, por lo que decidimos pasar juntos tan sólo los
fines de semana, quedándome a dormir en su piso que era de lo más confortable…Empecé
a renacer de nuevo dándole gracias a Dios por haberlo conocido…Me sentía la
mujer más feliz del mundo. Era todo caballerosidad, jamás me habían tratado tan
bien, con tanta delicadeza…De repente a los tres meses de relación, me deja una
nota diciéndome que necesitaba su espacio…Me quedé rota por dentro…No sabía qué
pensar…Quizás se sintió agobiado por mí…Puede ser que se asustara al verme tan
exuberante…A las dos semanas me llama. Quiere que nos veamos para darme una
explicación…Me arregle toda nerviosa, parecía una cita a ciegas…Conversamos
sobre su repentino cambio, y tal como pensé, se había sentido agobiado por
tanta pasión, además llevaba muchísimos años viviendo solo y acomodado…Reanudamos
nuestra relación y a mejor…A causa de su trabajo, tenía que estar varios días fuera.
Me llamaba todas las noches con la ilusión de volver a pasar el fin de semana
juntos…Nos íbamos a la playa y al atardecer camino de su casa…No me dejaba
hacer nada. Me quedaba en el sofá sentada oyendo música mientras él cocinaba…Ponía
la mesa con velas encendidas, y después de cenar fregaba los platos…Era el
hombre perfecto…Si algún sábado no podía venir, salía con mis amigas, me decía que
cuando regresara le enviara un mensaje para hablar…Estaba súper enamorado de mí…A
veces me llamaba durante el tiempo que estaba con ellas…Poco a poco fui
descubriendo nuevas etapas de su personalidad…Me sentía vigilada…Una vez corté
el móvil e insistió tanto que al fin lo cogí. Me dijo que necesitaba hablar conmigo
en ese momento…Empecé a darme cuenta de su carácter tan posesivo y controlador,
pero cuando estábamos juntos todo era maravilloso y perfecto…Perfecta la cama
hecha sin una arruga, y su ropa doblada sobre la silla de la habitación. Los
zapatos bien colocados en la entrada, las toallas todas del mismo color…Tenía
muchas manías y cambios de humor…Otras veces desaparecía y se tiraba días enteros
sin llamarme…En otra ocasión me dijo que lo mejor era dejar nuestra relación. Luego
volvía diciéndome que llevaba muchos años viviendo solo y sentía como si le
estuviera invadiendo su intimidad, que tuviera un poco de paciencia…Y la tuve,
¡vaya que sí! Hasta que se fue a Granada sin mí sabiendo las ganas que tenía de
conocerla…Me dijo que era para una carrera y no quería dejarme sola…Cada día me
llevaba un chasco más, me estaba desilusionando…El hombre al que yo me había
entregado en cuerpo y alma me ha decepcionado…Ya no lo amo como antes, se me
agotó la paciencia…No tengo ni edad ni tiempo para estar con tantos altibajos…Ha
sido una experiencia amarga y dulce a la vez que ha durado un año, y aunque me
sigue llamando por las mañanas para desearme los buenos días y por las noches,
feliz descanso, lo hace sólo para quedar bien conmigo…Quizás me aferré a él
después de mi divorcio, no lo sé, lo único que sé es que cerré puertas, pero dejé
ventanas abiertas…Y por eso te conocí... pues…Dicen las malas lenguas que un
clavo saca otro y verdad debe ser cuando verdaderamente te llegué a conocer mi
amor... ¡Ay mi amor…! Se me llena la boca de alegría y pasión cuando me refiero
a ti llamándote amor…lo necesito tanto en éstos momentos…Justo ahora que espero
con ansiedad tu llamada…esa llamada de teléfono fue la que me salvó del
infierno en el que estaba cayendo…No te puedes imaginar siquiera cuánto te lo
agradezco…pues…Gracias a ti hoy miro al cielo sonriendo y sueño…Sueño
bonito…sueño que quiero tenerte conmigo, aquí a mi lado, sentado junto a mí,
mirarte a los ojos y decirte…te estaba esperando…
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