Lo conocí por casualidad
por medio de facebook, donde últimamente no paraban de enviarme solicitudes de
amistad. La mayoría eran hombres de edad madura, viudos casi todos, guapos y
muy sonrientes, cosa que me hacían dudar, así que los eliminaba al momento,
pues hablando con mis amigas virtuales comentándoselo, me decían que a ellas
les ocurría lo mismo, ¡qué casualidad! Nos mondábamos de risa…Otras veces eran
demasiado jóvenes y lo único que querían era sexo puro y duro. Pasaba de ellos
por completo…hasta que lo acepté… pues…Ni era mayor, ni joven, ni viudo, ni
casado…Era uno más, pero algo en mi interior latió… Me sentía perdida en alta mar, a la deriva de las olas, cuando de
pronto vi acercarse un velero remando al viento. Era mi amado, mi príncipe
encantado, el hombre de mis sueños, que como yo, estaba buscando su caracola.
Desde la misma cresta me divisó entre el vaivén de las embravecidas aguas,
cuando oyó la voz de mi llamada gritando con todas las fuerzas de mi alma, que
si no me ayudaba ese mismo día me ahogaba y echándome el remo, me agarré a su
cuello. Nos dejamos mecer por las olas como gaviotas al barlovento, encallando
en la isla de los últimos románticos del siglo, donde más de mil besos le di.
Después lo abracé como si fuera un niño perdido y lo arropé con mi cálido
cuerpo alejándolo del frío, y para que no temiera la noche oscura le conté
todas mis aventuras, le canté una nana y le dije cuánto lo quería, y cuando
llegó la mañana me desperté sola y abandonada…Y ahora resulta que tengo
miedo. Tengo miedo de volver a enamorarme de nuevo, porque seguro que me está seduciendo los sentimientos poquito a
poco, y ya pasé por eso, y no quiero…Perdóname por no querer volver a ello,
aunque sé que caeré de nuevo rendida a tus pies…pues…Tienes un no sé qué, que
me enloquece el corazón y me haces
perder la razón... Lo sé positivamente y me cuesta tener que reconocerlo, ya ve
que soy una cobarde, es uno de mis peores defectos, por eso lo escribo con
todas las letras que existen en el diccionario del miedo, y es que, verdaderamente,
tengo mucho miedo. Ya me enamoré antes y pasé por los peores momentos cuando se
alejó de mi lado sin despedirse ni darme un abrazo… ni siquiera me dijo hasta
luego…Éramos una pareja de amantes sin vínculos, ni cadenas que nos atasen…solamente
unidos por los besos que nos salían de las carnes…y porque éramos adictos al
sexo…Y ahora temo conocerlo en persona, me mire a los ojos y vea las marcas de
la edad en mi cuerpo… y en mi cara… A pesar de todo, pienso aprovechar cada
momento que pueda estar con él, aunque luego se vaya por donde ha venido, y le
daré gracias a la vida por haberlo conocido, que sin ser ni mi amante, ni mi novio,
ni mi marido, ha llenado mis días con
los besos que me envía tras la ventana de mis amaneceres y mis atardeceres, y
por las noches, entre sueños me entrego a su cuerpo con todas las llamas
encendidas de pasión…Tiene diez años menos que yo y con sus palabras me ha acariciado
el alma y enamorado el corazón… pues…Estuviste de prestado conmigo…nunca fuiste
mío del todo…te guardabas de mí…jamás te entregaste a mi querer…te
asustabas…tenías miedo…siempre recelando de mi amor…y cuando te dije que te
amaba más que a mi vida, me miraste a los ojos y te echaste a reír pensando que
era un capricho de mujer…y por eso ahora te escondes de mí… para que no te lo vuelva
a decir…pues…No eres hombre que se quiera encadenar a ninguna, te encanta
picotear de aquí para allá, sea señora, señorita o sepa usted bien qué…hasta
que me conociste… que desde el primer beso que te di te quedaste prendado de
mí…y ahora soy yo la que se aparta de ti, para seguir revoloteando alrededor de
tu ser... Tenía un rostro afable, con una medio sonrisa en sus labios que
parecían pedir permiso...Quizás su timidez le impedían derramar en mi boca todos
esos besos que los guardaba para mí y le quemaban la garganta, siempre deseosa
de gritarme al oído…¡Ay señora mía…ay señora…! ¡Cómo me gustaría pasar una
noche contigo…a solas…! Y yo que lo sabía le mostraba el camino a seguir con
leves toques de esperanza e ilusión…Me estaba insinuando tras los cristales de
éste amplio escenario, como es el chatear en privado con la locura de mis
emociones siempre a flor de piel…Me encantaba coquetear con frases juguetonas
al azar y con intención…Nos convertimos en amantes en la lejanía de nuestras
fantasías eróticas, atreviéndome a traspasar las barreras de ir más allá de la
realidad, sintiendo las caricias de sus manos alrededor de mi cuerpo como si lo
estuviera viviendo… Tenía esa misteriosa manera de abrazarme por detrás, rodeándome
el cuello hacia su pecho que me desarmaba por completo, dejándome a la merced
de sus apasionados besos… me enamoraban el alma y me llenaba la boca de deseo…Y
antes de despertar le dije al oído…te quiero…te quiero en éste momento, aunque
después desaparezcas tras los cristales de mis amaneceres…
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