Yo creía que era celosa,
y lo soy, no lo voy a negar, que sufría por ello lo indecible…pues…Eran como
puñaladas de acero en mi alma, hasta que decidí enfrentarme a mis miedos y
pasar de ellos…pero…siempre la duda latiendo sobre mí me hacía sospechar…no sé
por qué…Algo en mi interior me avisaba de que no era la única mujer de sus
citas amorosas. Me reconcomían los celos por dentro, creando en mi cuerpo un
malestar y unas inseguridades que no me dejaban vivir en paz. Llegó un momento
que ya no sabía qué hacer, ni tenía ganas de comer, ni de limpiar la casa. Toda
yo era como un títere sin cabeza ni pies, tan sólo una débil y enferma mujer
metida en mí misma, caminando por la calle como una autómata, sin meta ni
reloj, perdiendo el tiempo con sospechas inútiles que no llegaban a ninguna parte,
pero cada vez que no lo veía me hacían dudar…Eran indicios, simples indicios…quizás
fantasías mías...hasta que lo vi merodeando por los alrededores de su casa y
por cada lugar donde trabajaba, y a partir de entonces abrí los ojos y desperté…Me
enfrenté a mis miedos y a él…¡Oye tú! ¿Quién yo? Sí, sí tú…si a ti te gusta esa
que tiene la cara más blanca que la nieve, me lo dices y en paz… Me dijo que era
libre de irme o seguir tal como estábamos, que nunca estuvimos casados y que si
aceptaba estar viviendo con él era porque quería. Que nunca me puso una pistola
en el pecho, y que eso era lo que había, sí o sí…y que si no me convenía, que
ahí tenía la puerta para entrar o salir…Yo era una mujer de espíritu libre, hasta
que lo conocí y me lo arrebató con los besos diabólicos de su enardecida pasión…era
de lo más excitante…pues…Me encadenó para siempre a su abrazo de fuego con la
llave de su deseo…Yo estaba enamorada como nunca lo estuve jamás en mi vida…tan
sólo veía por sus ojos…lo tenía en un pedestal…lo era todo para mí…Yo creía que
era verdad todo lo que me decía, que me amaba, que era la mujer de su vida y
que si lo dejaba , ya no le quedaría nada... era el hombre de mis sueños… mi
fiel amante…hasta que me di cuenta de que no era hombre de una sola mujer, sino
que le gustaban todas, y cuando se fijaba en una, le seguía la pista hasta dar
con ella en cualquier esquina con tal de dejarse ver…Es el típico merodeador, uno
más del montón de los insaciables, esos que van a pico y pala, y cuando por fin
lo consigue, la saluda como si la conociera de toda la vida…pues…Así fue como
me conquistó y me enamoró por completo, de tal manera, que empezamos una
relación al libre albedrío de nuestros sentimientos, viviendo juntos en una
casa en mitad del campo, lejos de mundanal ruido, bajo la sospecha de vivir en
pecado ante los ojos de la sociedad, teniendo a Dios por testigo nada más…No
hubo sacerdote que bendijera nuestro matrimonio, ni anillo de boda de marido y
esposa, tampoco asistieron familiares ni amigos que gritaran vivan los novios a
lo largo del pasillo… Ni siquiera hubo baile de salón, ni comilona, ni orquesta,
ni banda de música callejera para
seguirnos hasta las afueras…tampoco nos echaron arroz…ni pisamos los pétalos en
flor, ni cantaron los vecinos una canción de amor…Tan sólo trinaron los pájaros
del cielo, y las palomas que estaban correteando por la plaza alzaron enseguida
el vuelo…Y en la oscuridad de la noche nos abrazábamos en los montes, rodeado
de margaritas y amapolas y unos cuantos yerbajos que nos arropaban de las
miradas curiosas, ocultos bajo la luz de la luna y de las estrellas…y antes del
alba amanecíamos mecidos por los rayos del sol y el canto de los grillos…Jamás
hubo en la vida una historia más apasionada y escandalosa que la nuestra…hasta
que desperté a la cruda realidad…Y por eso decidí escribirle una nota de
despedida, levantándome temprano…Abracé el primer árbol del camino de espalda
para llenarme de sus energías, y en sus hojas derramé estas lágrimas…Hola mi
amor, por supuesto que soy libre como las gaviotas que vuelan sobre el mar. Te
seguí haciendo lo que me daba la gana, sin hacer caso a nadie, siguiendo los
latidos de mi corazón, ¡fíjate si te amaba! Pero si tú te permites hacer y
deshacer, venir a mi encuentro cuando te lo pide el cuerpo… ¡aire y vuelo para
tus pies! Si tanto te duelen mis quejas y mis celos, no me hagas pensar que
estás con otra mujer, porque más me duele esa manera que tienes de comportarte
conmigo, que sin usar cuchillo para matarme, es como si lo hicieras…pues… Con
cada escapada que haces con ella, es como si me clavaras un puñal por la
espalda, y para justificarte, no tienes que decirme que no hay anillo ni vínculos
que nos une, ni estamos casados ante Dios ni la sociedad, ni somos pareja, así
que déjate de contarme tantos rollos, ni cuentos, porque sigue estando mal el
que te alejes de mí sin avisar y sin darme una explicación para decirme que
todo se acabó. Estás tan acostumbrado a hacerme daño y luego pedirme perdón y
que jamás volverás a hacerlo, que ya todo vale, pero hay un límite. Y te diré
una cosa, a la gente le importa un rábano que estemos viviendo juntos sin estar
casados, lo mismo que si entro o salgo con uno u otro, lo único que a ti te ha molestado,
es que al final he sido capaz de recuperar mi espíritu de libertad, haciendo lo
mismo que tú. Eso es lo que más te ha
dolido, quedar mal ante tus amigos, porque lo que más rabia te da es ser el
hazmerreir de la sociedad ésta machista en la cual vivimos. Escúchame bien, con
el corazón en la mano, te diré que yo sé que para nada tengo derecho sobre ti, lo
sé, pero si es verdad que me quieres, ¿porqué actúas de esta manera tan cruel
hacia mi persona y me tratas como si no tuviera sentimientos? Sabes
perfectamente que siempre fui fiel a tu amor, que soy luchadora, una guerrera
de la vida, una superviviente de mi generación, que me he hecho a mí misma y
sobre todo, jamás he cuestionado si podías venir o no, seguir conmigo o cortar,
incluso si te enamoraras de otra, aunque me doliera, lo entendería, pero al
menos ten la valentía de decírmelo en la cara y no desaparecer a hurtadillas
como una rata de alcantarilla. No te enfades conmigo por lo que te voy a decir,
porque comprendo que pudieras estar con otra, al fin y al cabo, ¿quién soy yo
para ti? Nadie, nadie…tan sólo soy una mujer enamorada que lleva toda una vida amándote,
solo a ti, pues cuando me enamoré, ya nadie podía besar mi boca ni abrazar mi
cuerpo, aunque a veces me he dejado querer por rabia hacia tus escapadas, pero
jamás he sentido la pasión y el amor que contigo sentí, por eso te pido perdón
si con mis palabras pueda herir tu ego masculino, de verdad te lo digo, pero
jamás sellaré mi boca a los gestos e indicios que dañen mi vista y mi corazón,
con todos mis respetos hacia tu persona, pues en la libertad de exponerte está
la opción de decirte lo que pienso, lo mismo que me iré de tu lado cuando yo
quiera, no cuando tú me lo pidas, pero aceptaré el que no me quieras ver más, pues
gracias a Dios que tengo dos manos y dos piernas y una cabeza llena de letras,
pero lo mejor que tengo es un espíritu libre para vagar por dónde quieran ellas…pues…
Yo nací para escribir, para contar las penas de las
mujeres maltratadas psicológicamente por sus amantes, novios o maridos, incluso
si tan sólo es un amigo con derecho a roce, ¿te enteras? Nací para acariciar el
sentido de la mente y el alma espiritual de los quejidos del amor, para enamorar
el secreto de las palabras, esas palabras que nacen en el corazón y salen
bailoteando al ritmo de sus latidos...Sí, estoy segura de que nací para ello,
porque amo las palabras y ellas me buscan, y si no me encuentran me esperan
hasta que se colocan en mi cabeza, pasan por mi alma y salen volando sin alas con
el espíritu libre de mi libertad…
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