¡Oye tú! ¿Quién yo? Sí, sí tú…Si tú te has creído que
voy a correr tras tus brazos llorando como una magdalena…estás muy equivocado…Si
tú te has creído que estoy penando y llorando por volverte a ver…estás muy
equivocado…pues…Gracias a Dios que ya te he llegado a conocer. Antes no, la
verdad, y bien que me has utilizado, pero bueno, que yo estaba de acuerdo
porque te quería…o eso creía, pero ahora sé a quién me enfrento… Lo conocí hace
más de cincuenta años en la tierra que me vio nacer. Entonces era una jovencita
de dieciséis, y él estaba haciendo la mili allí. Tenía veintiuno y cada vez que
pasaba por su lado me siseaba y me piropeaba…Reconozco que era muy precoz para
mi corta edad, pero me encantaba. Era guapo y estaba como se dice hoy en día,
para hacerle un favor…Me tenía loquita, me gustaba muchísimo…No sé cómo, el caso
es que siempre coincidía con él por las tardes alrededor del cuartel, ya que
era el camino para ir a la academia de corte y confección con mis amigas, pues en
aquella época todas las jovencitas íbamos a aprender a coser, cosa que con el
tiempo me ha venido muy bien…Un domingo, al salir de misa me siguió hasta mi
casa, y yo que estaba deseando, me dejé acompañar. Una cosa llevó a otra hasta
que nos hicimos novios…y me dejé besar y algo más…Fue el primer hombre de mi
vida y el único hasta que acabó la mili… Se marchó a su tierra y ahí se acabó
la historia de amor más grande, que lloré hasta que me harté…El destino nos
separó y nos volvió a unir después de treinta años sin saber nada el uno del
otro…pues… Nos mudamos a la península y me fui a vivir a la misma ciudad que él.
Nuestros caminos se volvieron a cruzar un día que venía de mi trabajo…Lo
reconocí al momento, lo mismo que él a mí y como si no hubieran pasado los
años, empezamos a hablar con la naturalidad de los adultos, y nos liamos a
besarnos, abrazarnos y algo más…pero… Ya
no era el mismo hombre que yo conocí en mi adolescencia. Quizás era yo la que
había cambiado de forma de pensar…pues…Eres muy superficial, sólo te gustan las
jóvenes guapas y casi perfectas, sin arrugas en la cara, el cuerpo moldeado,
además tienes la desfachatez de quedarte mirando fijamente todas las
imperfecciones de la mujer y decirlas, cosa que jamás se me hubiera ocurrido
decirte nunca, mi amor, porque yo te amaba tal como eras. Desde el primer día que
me enamoré de ti, a pesar de los años pasados, sólo veía con los ojos del corazón,
y gracias a eso he llegado a darme
cuenta de que sólo te enamoras de la imagen… Y ya que estamos hablando de la imagen,
te diré algo que he callado por delicadeza y por no herir tu sensibilidad…Estás
viejo, arrugado, gordo, patizambo, canoso y encima eres uniceja, tienes doble
papada y te faltan dos dientes, que cada vez que te ríes aprietas los labios
para que nadie vea lo feísimo que estás…Podría decirte más cosas, pero prefiero
ser prudente, pues no me gustaría que te doliera en lo más profundo de tu ser,
así que definiré muy sutilmente, para que te hagas una idea de cómo vemos las
mujeres tu figura… Tu tronco es como un barril de vino, esos que están en las
bodegas. El pecho te cuelga sobre la barriga, que empieza la curvatura justo debajo de las axilas, con una panza tan
prominente que dudo que puedas verte los dedos gordos de los pies, además, los
brazos aparecen a cada lado como dos alambres de finos y cortos. Tienes la
cabeza enorme y pegada a los hombros, desapareciendo el cuello por completo, y
para colmo, andas como si tuvieras aletas en los pies, que cuando das los
pasos, uno mira al este y el otro al oeste, así y todo, te he querido y amado hasta
aquella mañana cuando te cruzaste en mi camino, después de varios días perdidos,
que te pregunté…Si yo estuviera con otro, ¿crees que te lo diría? Dime, ¿me creerías?
Rápidamente me dijiste…Si, porque entonces sería que me estarías engañando…Y si
estuvieras enamorado de otra, ¿me lo dirías?…Sí, sí claro que sí…Entonces, ¿por
qué no has vuelto a venir a por mí? Empezaste a decirme esto y lo otro, era
como un murmullo de avispas a mi alrededor, sólo oía con la mente sorda, muda,
callada…Y en el silencio de mi voz, escuché los gritos de mi corazón… Pienso
ser la mujer más feliz del mundo entero y ni tú ni nadie ya me podrá detener… ¡Libre,
libre como el aire me siento! ¡Corren! Corren mis ruedas por la carretera y
alzo los brazos al cielo y grito… ¡Dios mío de mi vida, cuanto lo quiero! Y la
melena se me va, se aleja de mí, se la lleva el viento, lo mismo que tú, que
cada día te vas más lejos... Nuevos horizontes se abren ante mis ojos y me
dicen que no todo es blanco, ni tampoco negro, que existe el gris a través de
ellos...Pues...Hay un nuevo renacer entre el hoy y
el ayer...Viene con las manos limpias, vacías de mentiras y falsedades…llenas de
amor…y me ha susurrado en el oído un aire fresco... Es un hombre que me enamoro
los sentidos y el alma arrancándome los suspiros con sus besos de caramelo...
Me abraza hacia su cuerpo para que sienta los latidos dentro de su pecho…se
queda quietecito y me dice... ¿Lo oyes? Sí, sí...los oigo latir… Está latiendo
por ti porque me pones a mil...Y me río, siempre me río…no sé por qué…me hace
gracia su interés… Luego me mira a los ojos y me dice... Me gustan tus pecas,
me gusta tu pelo castaño y me encantan tus ojos negros, pero lo que más me
gusta son las marcas del tiempo en tu sonrisa de terciopelo, y esa nariz
respingona que te hace niña respondona…Y le sonrío otra vez…Después me besa los
labios y me llena la boca de pasión y se queda callado, en silencio, conteniendo
la respiración…esperando mi reacción, y yo me lo quedo mirando con los ojos
cerrados y le digo muy bajito... Me tienes desbaratadas las ansias de vivir y
perdida la razón... y se deja hacer entre los rizos de mi pelo negro en un
abrazo infinito de tirabuzón…Esos son los que me gustan a mí, los que me hacen
sentir viva y enamorada…eternamente enamorada del amor y de sus armas secretas
para seguir siendo una quinceañera siendo abuela…Esto es lo que quiero para mi
alma y mis encierros, donde más feliz me encuentro…Y como una leona despeinada,
arremeto con ganas y con fuerzas contra las teclas, que se presentan osadas y
dispuestas a no dejar títeres con cabeza, y me vacío por dentro escribiendo los
susurros del viento, escuchando y mirando con los gritos de mi corazón…
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