Me enamoraste con los hoyitos de tu
cara y te acorralé con el deseo de mi mirada…¡vaya que sí! Que sin hablarme no
paraste de sonreír, chispeándote los ojos que brillaban como dos luceros que me
cegaban y ruborizaban…no hacías más que interrogarme con tu boca presa de mis
besos, imaginándote cómo serían de apasionados, y yo que te los provocaba, me
dejé seducir por tu ansiedad, de tal manera que me lancé sobre ella y sin
permiso te la comí…te quedaste de piedra y a partir de ese momento empezó ese
duelo de frases al viento, lo mismo que cuando era una adolescente, deshojando
la margarita del amor…me quiere…sí o no…y aún sigo yo…¡Oye tú! ¿Quién yo? Sí
tú… ¿Qué pasa? ¿Por qué me has abandonado? Quizás te asusta tanta libertad en
mis frases o es que te rendiste cuando te besé…no te lo esperabas, ¿verdad?
Temes ser esclavo de los sentimientos que en tu cuerpo se han despertado, que
no duermes tranquilo desde aquél beso que te di en los labios y no eres capaz
de olvidarlo…Estás acostumbrado a llevar la voz cantante en medio de todas esas
féminas que ríen tu gracia…pues...siempre te has rodeado de mujeres bellas y
hermosas, esas que te camelan y te elogian y conmigo te has equivocado…no
esperabas ni mi atrevimiento, ni mi descaro y por eso te alejaste de mi
lado…Estaba balanceándome entre dos amores diferentes, pendiente siempre de un
hilo, sin saber qué hacer, pues si uno me quería a rabiar, el otro me deseaba
con todas las pasiones ocultas y desinhibidas del cuerpo y del alma. Me sentía
arrebatada por los dos y no sabía qué camino seguir, cuando alguien se cruzó en
mi camino haciéndome ver cómo era un querer de verdad…No, miento, no era un
querer, tan sólo un capricho más del destino utilizándome en el momento más
frágil de mi vida, pues estaba pidiendo auxilio a gritos y desde la otra punta
del mapa escuchó mis alaridos con la astucia de un bandido, que nada más verme
empezó a adularme, llenándome de halagos, de tal manera que caí rendida a sus
pies como una verdadera quinceañera. Reconozco que para conquistarme no hace
falta más que una mirada apasionada, dos palabras bonitas y una flor, y es que
soy de lo más ñoña para estas cosas. Me encanta que me cedan el paso, que me
retiren la silla antes de sentarnos en cualquier cafetería y que me rocen el
codo para cruzar la carretera. Lo siento, sé que estas formas ya no se estilan
y que hoy en día existe la igualdad entre los dos sexos, y aunque soy una mujer
actual, aún me aferro a esa manera de conquistar, pues me crié en una época que
había un librito donde se podía leer las reglas de urbanidad, y para ser
sincera, me gusta la galantería en los hombres, y éste tipo, no es que fuera un
perfecto caballero, para nada, que lo conocí a través de éstos derroteros,
donde ni se ve la cara ni los gestos, sólo cuatro frases y media y si te he
visto no me acuerdo…pero…¿qué sería lo que percibí en sus palabras que me
conquistó al momento? Quizás lo deseaba para salir del atolladero en el que me
encontraba y me lancé a sus brazos como una mendiga…y por eso me veo como me
veo…que…Se me empaña la mirada con tu recuerdo…me hiciste ver que me deseabas
más que a nada en el mundo y yo te creí, ¡fíjate qué cosas! El caso es que algo
en mi interior me prevenía de ti, hasta tenía una corazonada que me decía…no le
hagas caso, es falso, no escuches sus palabras…son las mismas que le dice a
todas las demás…hice oído sordos y te esperé…estuve más de una hora esperándote
allí, donde quedamos…pero no apareciste…y ahora me encuentro abatida y
rota…pues…Hay una pregunta en el aire que no me deja recapacitar…me engañaste o
sólo fui una más en tu boca vacía y llena de ansiedad…Y por eso aún sigo
pendiente de un hilo…Mi vida es como una maraña de tramas enredadas y ya no sé
qué camino seguir, y a veces me pregunto…¿Cuántas arañas tejen en el interior
de mi rincón? La romanticona, la ilusa o la ultrajada… quizás la despechada y
de rabia te traicioné al sentirme utilizada, porque tú me has utilizado de una
manera engañosa, ¿verdad? Me hiciste ver que tenías un sueño, una ilusión y yo
como una tontina, acudí a salvarte como si fuera tu hada madrina, sin darme
cuenta de que lo único que querías era entregarme tu varita mágica…Sí, sí…esa
misma que utilizas en tus ratos de ocio agitándola de un lado para otro y
escondes tras la sonrisa de un niño bueno, y mira por dónde me salió todo del
revés teniéndome que tragar todas mis bravuconadas…pues…Hoy me lamento del daño
que te pude hacer sin pensar más que en mí padecer…¡Ay Señor! Que me he
enamorado de un hombre que no me hace caso, me ignora, sólo me quería para un
rato y yo caí en sus brazos, toda rendida de pasión, y es que me gusta a
rabiar…En él pongo todas mis ilusiones, mis frases y mis esperanzas, pues hay
días que no paro de pensar en sus hoyuelos sonriéndome, como si estuviera aquí,
casi pegado a mi cuerpo y me dice…Llámame, búscame entre el silencio de mi
ausencia…Mira que no pienso rogarte más, mira que ya te he pedido muchas veces
una cita loca y tú te haces la tonta…no volveré a suplicarte…y yo que estoy
recelosa perdida sigo mi camino sin mirar atrás… pero…Tengo que encontrar la
manera de traerte de nuevo a mi vera para retozar por los campos, y pacemos
juntos en la hierba… Observa mis palabras, mírame a los ojos, abrázame la
cintura y escucha mi corazón, ya verás como entonces comprenderás el porqué te
dije adiós…pues…No quisiera hacerme a la idea de que vivamos una historia de
aventuras locas de amor y luego nos digamos...hasta aquí llego yo…
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