Me miraste y me enamoré… Empezaste a
mirarme y yo caí como una colegiala, y eso que me guardé de ti, porque en el
fondo sabía que aquello no estaba bien, pero caí rendida a tus pies. Luché y
luché contra la aventura de mí ser, pero era tan emocionante aquello que tú me
ofrecías con la mirada y que yo necesitaba tanto en aquellos momentos… Fíjate,
ahora me asaltan las dudas después de tantos encuentros de arrebatos
diabólicos, porque estos sentimientos nuestros no eran normales, ¡eran
terroríficos! Vamos que estaba siempre muerta de miedo y todavía no sé porqué
me arrastraban tanto a tus brazos, a esos besos retorcidos y nerviosos… Ni
siquiera sé por qué me dejé llevar por tu mirar, ese mirar tan fogoso que
tienes, esa mirada tan penetrante, siempre escrutando cada rincón de mis
pensamientos, como si quisieras saber más de mí que yo misma, como si quisieras
llevarme a tus adentros misteriosos, llenos de suspenses… picardías… Era un
interrogatorio constante de preguntas y respuestas, ¡pero tus respuestas,
porque a mí ni me daba tiempo! Antes de reaccionar, ya me estabas arrastrando
hasta el infierno…a tu infierno…Me quieres llevar contigo. Me lo dijiste una
vez, ¿te acuerdas? Me dijiste que ya no me soltarías…Tengo miedo de ti. Tengo
miedo de ese querer tuyo tan posesivo, tan exclusivo, tan ansioso. Temo
perderme en tu locura y no poder salir de éste laberinto infernal de
ultratumba, porque este vivir nuestro no es natural ni humano. Va más allá de
los límites de la realidad. Es como si viviéramos el uno dentro del otro,
siempre unidos por ese hilo mental que traspasa las piernas y los brazos, las
venas, como si fuera la sangre de mis venas y yo de las tuyas, en el pecho tu
corazón latiendo al ritmo del mío… hasta ahora… Temo que no quieras comprender
que ya se acabó, porque me has defraudado y ya no te quiero… Me decepcionaste
mi amor, me llevé un desengaño contigo y ya no te quiero, ¡me he desilusionado!
Ya no hay marcha atrás, ¡se acabó y se acabó! ¡Hala! ¡Fuera de mi vida! No te
conozco. Ya no sé ni quién eres. Un extraño, si, si, un verdadero extraño,
déjame en paz de una vez. No vuelvas a seguirme, ni me esperes, ni estés como
un perrito faldero tras de mi. No lo soporto, no me gustan los hombres tan
abnegados, ¡pareces un crío! Nunca me han gustado los hombres sumisos y
obedientes, ¡ni que fueras mi esclavo! ¡lo odio! ¡Me subleva! ¡Me pone de los
nervios! Me da una rabia… Me llevé el desengaño más grande del mundo cuando vi
cómo la mirabas, si, lo mismo que me miraste a mí, y entonces fue cuando me
derrumbé, ¡vaya que sí! Me desencanté contigo, fíjate, yo que te tenía en un
altar… ¡qué ignorante fui! Soy más tonta… Ya no te quiero, me he desenamorado
de ti, es como si de repente lo hubiera visto claro, lo siento, tendrás que
aceptarlo, no te enfades conmigo, entiéndeme, compréndelo, que tu al mirar a
otra como me miraste a mí, me has abierto los ojos… y ahora te desconozco…
No hay comentarios:
Publicar un comentario