Qué triste mi soledad sin ti, sin tus
caricias…sin tus besos…mis amados besos, esos que necesito tener comiendo de
mis labios…todo me parece tan extraño…hace tanto tiempo que no te tengo en mis
brazos que parece como si te estuviera perdiendo…No me olvides mi amor, no me
olvides por Dios, mira que te estoy amando entre las soledades del corazón…Los
pensamientos expuestos al libre albedrío de los sentimientos…sentimientos que no
entienden de formas ni maneras, sólo se dejan llevar por la pasión del momento entregándose
con soltura y desprendimiento a los deseos del cuerpo…pues…Son tan primitivos y
carnales que echan chispas de fuego hasta por los cabellos de tanto como te
pienso…Dime que aún me estás esperando, dímelo por favor…dime que me hablas
como te hablo yo…Dime que todavía estás interesado en nuestra relación y que temes
perderme por la distancia del exterior…que me perteneces y que todavía nos
esperan noches y días de fuerte pasión…que mis besos son tuyos y tu boca sola
beso yo, que tienes mi nombre en tus labios como si fuera el aire de tu
respiración… Házmelo saber con flechas tiradas al viento para que lleguen pronto
al corazón…pues…Te quiero, sabes que te quiero, que no te olvido ni un momento,
que no soy dueña de mis pensamientos, que sin ti mi vida vaga sin rumbo fijo...Me
quedo sin fuerzas, inánime, perdida entre tinieblas, tan sólo tengo éstas alas que
me permiten volar y volar hacia ti para que me puedas escuchar…Y me escuchó,
¡vaya que sí! Que desde el fondo de su alma alguien gritó y llegaron las voces
hasta el centro de su corazón, justo en el momento que a mí me dio un vuelco en
el pecho y corrí… ¡Corren, corren mis piernas por calles y carreteras! ¡Corre, corre
y no te detengas! Me dicen los latidos…sus latidos que son los míos…pues…Cuando
algo inquieta mi mente, apareces en el acto como obra y milagro del amor…Me estaba
esperando en la esquina de la estación, y cuando pasé por su lado, me cogió del
brazo y me atrajo hacia su pecho…me aparte un poco y enseguida le sonreí…Esa
manera que tiene de mirarme a la cara es la más diabólica atracción que me
habla de aventuras de pasión…me encantaba la sonrisa socarrona que le salía de
los ojos, eran como chispas de lavas ardiendo que me incitaban a comportarme
como la más audaz de las mujeres en ese momento de euforia, cuando una se hace
de los mando del buen amante en todo su apogeo ardiente y carnal…me sentía la
dueña del mundo cuando, como una amazona iba dominando al galope las sacudidas
de éste potro salvaje que era ese hombre, el más feroz de todos los mortales… mi
leal amante…Era tierno y dulce a la vez…por las buenas, vayas a pensar que era
un santo…No, no, para nada, porque por las malas no había fuerza humana que lo
pudiera detener…pues…Cuando se enfadaba era un volcán en erupción…un salvaje
lleno de ira y celos…un simple mortal al que amaba con todas las ansias de mi
ser, al que necesitaba para seguir el ritmo de mi existir…Esa frágil existencia
unida y cosida a la beligerancia de la suya, siempre latente y sumisa…acatando
las dos caras que mostraba su rostro dentro y fuera de ésta mascarada como es
la cívica sociedad…A veces sentía que se me iba la vida pensando que ya no me
quería y me daban ganas de matar…No era yo, no, no…Esa mujer no era yo…si no
ella… La otra, la que hace y deshace las figuras de la empresa matriarcal donde
mandan los hilos del cordón umbilical…Esa que se apoderaba de todas la iras de
mi cuerpo cuando caía en las redes de los celos, cuando pasaban los días y no
lo veía…me comían los demonios de tanto amarlo y ansiarlo…de tenerlo siempre pegado
a mi sombra como si fuera lata o imán…Una fuerza del más allá me atraía a sus
sentimientos poseyéndome con las garras de su querer…pues…Ya no sabía si era yo
o era él quién estaba dentro del interior…Dos almas gemelas…dos ánimas errantes
que vagan por ultratumba, se perdieron en las voces de los silencios acallados
por las leyes de la sociedad, donde se cruzaron por la magia del momento…Mi
cabeza desvaría de tanto como lo quiero…trampas del destino…No, no…del destino
no, si no del desliz…Deslices que tropiezan en el camino de cualquier episodio
imaginario, que en vez de escribirlo yo, son ellos que me usan de excusa
pasajera para salir de ésta aventura infinita de pasión…Desliz, bella palabra
en desuso de la cual se aprende y se disfruta, la que te empodera y te domina,
la que te hace vibrar cada instante de la vida como si fuera ese primer beso
que nunca se olvida y se queda impregnado en la piel de los eternos enamorados…Precioso
desliz que va dejando de lado la rutina…pues…Son los deslices de la historia
interminable la que rinde homenaje a esa gran novela de amor de los años
cuarenta, cuando no había nacido ni ellas ni yo, tan sólo esas abuelas que se
criaron pegadas a la radio…radio radionovela…
No hay comentarios:
Publicar un comentario