Dicen las malas lenguas
que la rutina mata el matrimonio, y eso es lo que pasó en el mío, que después
de los quinces primeros años de casada me ignoraba…y no me decía nada…ni te
quiero guapa, ni había pasión en sus palabras y menos entre sábanas…Yo quería
casarme antes de los veinticinco y me casé, ¡vaya que sí! Que lo más que temía era
quedarme soltera y para vestir santos…Tonta de mí, que el primero que pasó por
la puerta le pidió la mano a mis padres, y allá que me veo en lo alto del altar
vestidita de blanco y con un anillo de oro reluciendo en el anular…Al cabo del
año nació mi primer hijo, luego el segundo y el tercero poco después sin buscarlo y por casualidad.
El caso es que en menos de siete años me veo todo el santo día metida entre
pañales, biberones, fregando platos y haciendo comidas…Ya lo decía mi madre que
en paz descanse que un hijo no es ninguno, dos es uno y tres carga es, ¡vaya
que sí! Que no se equivocaba, que no paraba desde que me levantaba hasta que me
acostaba, además ninguno llegó con un pan bajo el brazo…No, no, para nada que
estuvimos los dos trabajando para sacarlos adelante, él encargado en unos
grandes almacenes, y yo de modista, que en mis horas libres me dedicaba a
arreglos y algunos vestidos que les hacía a las vecinas. Gracias a Dios que en
mi época estudiantil tenía clase de labores en el instituto, y luego como no
quise seguir estudiando, me dediqué a holgazanear esperando que me saliera un
novio para que me mantuviera el resto de la vida, ¡qué equivocada estaba madre
mía! Entonces eran así las cosas, la manera de pensar de las jovencitas de mi
generación, y de las madres, que lo primero que me compraron fue una máquina de
coser, la batería de cocina y el ajuar…El caso es que entre criar niños y
costura se me pasaron los mejores años de mi juventud…Y por eso estoy aquí…Deshojando una margarita, la misma
que de jovencita iba arrancando hojitas con todas mis amigas repitiendo…Sí,
no…Sí, no…Triste y ojerosa amanezco cada día, apesadumbrada perdida,
rota mi alma hecha pedazos…Es tanto lo que te
necesito que se me rompe el llanto a quebrantos…apenas me quedan lágrimas que
derramar, tan sólo estas preguntas sueltas al azar…Dime, ¿qué pasa
contigo? ¿Qué piensas hacer? No me dices nada...Me
acostumbraste a verte todos los días, a sentir tus manos en mi cintura, que me
dabas unos besos tan apasionados y arrebatadores que me dejabas sin respiración…Tenías
unas ansias por tenerme estrechamente apretada contra tu cuerpo, que me
embriagabas de ardor…Tus suspiros junto a los míos sonaban como una balada de
pasión, acompasados y entrecortados con la cadencia de tus caderas meciéndose en la candela de mi voz…Éramos amantes, sólo amantes…Te cruzaste en mi camino observándome
de arriba abajo y me hiciste sonrojar rescatando de mi alma aquella jovencita
que una vez fui…Y ahora ya ves, con la edad que tengo necesito verte
todos los días como cuando era adolescente, que ansiaba estar con mi chico a
escondidas de la gente, en lugares oscuros y solitarios para besarnos…como si
eso fuera algo malo…Era lo único que teníamos…Más o menos como tú y yo en estos
momentos de nuestra vida, que a pesar de los años siento como antaño…pues…Has
despertado en mí unos sentimientos tan fuertes e intensos que si no te veo
muero de amor y deseo…y me abruma el desaliento…Necesito abrazarte fuerte,
sentirte en mi pecho, saber que eres mío, que me amas, y que me quieres...No me tengas en el olvido, quiéreme con ardor, mírame a
los ojos y bésame con pasión…Cuéntame tus penas y dudas, no me aísle por
favor, ni me des de lado, mira que con tal que pasan días sin saber de ti se me
llena la cabeza de oscuridad y no veo más allá que mentiras y maldad…Me duelen
los pesares de mis recelos, que los tengo embargados de amargura por la lejanía de tu distancia a la mía…Quisiera
ser sabia para adivinar tus pensamientos... ¿Qué es
lo que pasa por tu mente que me inquieta y me desgarra? No me habla, no me dice
nada…pero…Algo ocurre en tu interior que lo oigo en mi corazón...Sé que
me tienes en el olvido, que no quieres saber de mí, lo sé, vayas a pensar que
no lo sé, ¡fíjate si te conozco bien! Tantos años compartiendo penas y alegrías
da para muchos pensamientos, y los nuestros están siempre juntos, llenos de
dudas, de celos y sentimientos…pues…Es como una fuerza desgarradora que nos
hace cómplices a todas horas llenando nuestra mente de deseo a gritos y en
silencio…Sé cuando me busca, me piensas y me deseas, también cuando no me
quieres ver, como ahora, que te evades para que no pueda encontrarte, pero,
¿sabes que te digo? Que no me importa, que me da igual y que ya no sufro como
antes…pues…Al final he comprendido que esto es lo que hay, lo único que
tenemos…no hay más... Pero cuando te veo, ¡Dios mío cuando te veo! El corazón
se me sale del pecho y empieza a trotar como un potrillo desbocado, y eso es
porque te quiero y te amo de lejos y cercano, vengas o no vengas... Y es que somos amantes, sólo amantes, y esto es lo
único que tenemos…Besos y abrazos a oscuras y a escondidas, siempre a
escondidas y bajo el acecho de la sospecha…Dime que
me quieres, tírame un beso, pon tus manos en tu pecho y cerquita del corazón,
así sabré que aún me amas lo mismo que yo…porque…Si tú supieras lo que siento
por ti, si tú supieras que muero de ganas por verte venir, si tú supieras lo
que te echo de menos, vendrías corriendo como un rayo para aplacar éste
sufrimiento, que tengo una angustia tan grande en el pecho que ando perdida entre
tinieblas muerta de miedo…y navegando sola por la oscuridad…
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