Fuiste el ángel del infierno que llenaste mi piel de fuego y desde
entonces no te he olvidado, que me acariciaste con tus ojos la desnudez de mi
cuerpo…Adicta a tus besos soy, que no pasa un solo día que no tenga sed de ellos,
y ahora fíjate cómo estoy…Sola y esperando una nueva cita, verte aparecer para
abrazarte y besarte otra vez…Te necesito y te deseo. Nunca me cansaré de estar
contigo, de pasear juntos agarrados de las manos, lo mismo que hacíamos antes
cuando éramos jóvenes…Debe ser que por mi mente no hayan pasado los años desde
que nos casamos, o que no haya madurado… Y yo me pregunto, ¿para qué sirve la madurez?
Dímelo tú que siempre me tachas de infantil, de niña mimada y mal criada…No,
no, para nada, que lo único que te pido es que me sigas mirando como antes…como
cuando nos conocimos, que me rondabas por todas partes, buscándome a todas
horas, celoso perdido si no me veías un día, locamente enamorado y enganchado a
mí como si fueras mi sombra…Eso es lo que me enamoró de ti, tu tenaz
persistencia, tu incansable espera, tu paciencia para conquistarme…tu ansiedad
de mí…De tocarme, de besarme y de hacerme tuya…hasta que caí rendida a ti… Necesito
que me digas piropos bonitos, que me digas te quiero, no una sola vez, sino dos
y tres… y me beses con pasión, ¿te enteras? Y no que ahora me rozas la cara
cuando sales y cuando entras como si fuera el nieto a su abuela…y verdad que
bonitos son…pero ni eres mi nieto ni yo soy tu abuela… Que soy tu esposa ante
Dios y amante en la tierra…Tu hembra…y así necesito que me ames…Yo no quiero
besitos en la cara como se los doy a mis amigos, que quiero besos en la boca
lentos y con lengua…mordisquitos en el cuello y recorras mi cuerpo con las
manos ardientes y me digas al oído…Estás para comerte…Eso es lo que quiero…pues…A
veces me siento como una zarrapastrosa mendigando limosna…Revoloteando como una
mariposa a tu alrededor, desprendiendo aromas de pasión…y…Tú ni me miras, ni me
dices palabras apasionadas de amor…Dime, ¿qué pasó en tu mente? ¿Qué cambió tu
forma de ser? Ya no eres el mismo de ayer…Y tú ni me escuchas ni me prestas
atención…No te enojes conmigo, acéptame cual soy…pues…Sigo siendo aquella jovencita
que conociste, la misma que enamoraste con tus ojos, la forma de mirar mi
cuerpo, ¡que me comías con la mirada! Mis andares, mis ademanes, mis bailes,
mis cantares alegres, mi sonrisa risueña, mi coquetería, mi femineidad…Entonces
me decías cosas bonitas, esas que tanto me gustaban oír de ti mientras me
acercabas a tu pecho, me abrazabas los hombros aspirándome el aliento…y
jugueteabas con mis cabellos…y luego, ¡ay madre mía luego…! La de besos que me
dabas en la boca, largos y lentos… y en el cuello… que me lo dejabas llenitos
de moratones y de deseos…Y ahora ni moratones, ni deseo…o al menos eso es lo
que parece…Dices que me quieres, que no hace falta que me lo digas, y lo sé,
¡vaya que lo sé! Pero, ¿sabes qué te digo? Que necesito oírtelo decir por lo
menos una vez al día…Me dices que es tu forma de ser, que ya son muchos años juntos
y que no necesitas tanto tenérmelo que repetir…Que eres poco cariñoso, que es
tu carácter, que no eres adulador y un poco vergonzoso, tímido tal vez…y que ya
te debería conocer…Y lo sé, ¡vaya que sí! El tiempo ya me advirtió que algo así
habría de pasar…pero…¿Sabes que te digo? Que no me conformo, que me rebelo…pues…Todavía
necesito oír decir...Te quiero…un suspiro al oído, y que me mires con deseo…Que
me bese el cuello mientras guiso, acaricie mis cabellos de improviso y me queme
los sentidos con palabras ardientes y sin compromiso…Y tú sólo me dices…Me
conoces, lo sabes, no soy de palabras cariñosas, nunca lo he sido, ya somos
mayores, no necesitas más, siempre estoy contigo, no te falta de nada…Y yo que no
me conformo con tus pobres artificios, te repito hasta el infinito…Antes bien
que lo eras, que no parabas de decirme te quiero a todas horas, guapa y
preciosa y que me comías toda, enterita toda… Sabes que me encanta que me lo
digas, además no parabas de acariciarme todo lo que tus manos alcanzaba…Se ríe,
no me da importancia, piensa que son niñerías mías, que soy una coqueta y que
si me dice tantas cosas bonitas me las voy a creer…Y yo melosa perdida me
acerco a él, me siento a horcajadas sobre sus rodillas, le miro la cara, le
sonrío a los ojos y le vuelvo a repetir hasta la saciedad…pero…Me gusta oírlo,
que me lo recuerdes, vaya a ser que se me olvide y te deje de querer…pues…Mi
corazón sigue latiendo al ritmo de la pasión…y…Hay alguien por ahí que me está
queriendo seducir…Me busca por los caminos, me mira bonito, me escucha embelesado
y me trae flores sonriente y enamorado…
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