Me muero, me muero, le dije…voy a
morirme si no estoy contigo de nuevo…Deambulando voy por los senderos de la
muerte porque morir quería…Nada tenía sentido para mí, sólo deseaba perderme,
irme lo más lejos de aquí y no regresar jamás…Llevaba tantos días sin tener
noticias de ti que el techo se me caía encima y encerrada como estaba, sentía
que las cuatros paredes me oprimían el alma y la razón…No entendía qué era lo
que te apartó de mí, si mi forma de ser tan posesiva y dominante o es que ya no
me amabas como antes…El caso que me veo hablando sola por las calles tan alto que
muchas personas se me quedan mirando como diciendo…Pobre mujer, se le ha ido la
cabeza…pues…A veces me revuelvo contra mí misma de tal manera que se me
escuchan las represalias que me hago siendo tan mal pensada…no sé porqué soy
tan desconfiada…siempre me lo decías, que me inventaba las cosas…cuántas veces
me tachaste de mentirosa…Es verdad, tienes razón, no sabes la cantidad de
mentiras que te he dicho…quizás tenía miedo de perderte, y por eso escondía
algunas verdades…como la de aquél tipo que conocí que no paraba de tirarme los
tejos…Era un treintañero de cuidado, ¡un verdadero buitre! Esos que les encantan
elegir a sus víctimas oteando el horizonte y mira por dónde me puso las garras
encima, y no había forma de quitármelo…Lo miré de reojillo cuando se puso a mi
lado como si fuera un amigo de toda la vida…Estaba todo cachas, seguro que no
salía del gimnasio haciendo pesas porque era músculos definidos desde las
cabeza a los pies, y el torso era una tableta de chocolate, como se dice ahora,
que daban ganas hasta de pasarle la lengua de arriba abajo y comérselo a bocado
limpio sin dejar ni un resquicio de piel, de lo rico que estaba, además era
guapo a reventar y tenía una sonrisa preciosa de niño travieso, y una seguridad
hablando, vamos el típico ligón, esos que no hay mujer que se le resista, sobre
todo cuando me dijo…Guapa, eres lo más bonito que me ha sucedido esta mañana…¡Madre
mía lo que me dijo éste tío! Cada vez que lo recuerdo me entra una alegría por
el cuerpo que me subo por las paredes…Reconozco que me gustaba la idea de pasar
un rato con él, darme un capricho…a punto estuve, bien lo sabe Dios del cielo, pero
me daba rabia y coraje porque tenía veinte años menos que yo…Era uno de esos
tipos que se creen que una mujer mayorcita, de buen ver, como suelen decir
ellos, de edad madura, caminando solita por la calle, moviendo las caderas de
manera pausada y tranquila, femenina y coqueta, de mirada ausente, perdida
entre callejuelas está con ganas de tirárselo a muerte como una arrastrada, ¡no
lo soporto! Es algo que me subleva y me pone a parir de un burro…pero…Éste tipo
tenía un no sé qué que me seducía…quizás fuera su labia rápida y espontánea…su
jeta tan dura…era el típico guaperas que se las llevaba de calle a todas las
jovencitas, de eso estaba segura, porque estaba como un tren de bueno, y en ese
momento de mi vida me daba igual…Le seguí el juego con la convención de llevármelo
a mi terreno y si quería tema, lo iba a tener a mi manera, como quería y cuando
quisiera, así que haciéndome la interesante y cuidando las formas, como decía
mi madre cuando era niña…Hijita hay que guardar la compostura…Los chicos de hoy
en día vais al grano y en lo único que pensáis es en sexo duro y puro, pero, ¡vamos
hombre! ¿Tú qué te has creído, que yo me voy con cualquiera? Que a mí me gusta
que me enamoren los sentidos…Sí, sí, pero que al final, ¡Zas, te la meten como
todos! ¡Madre mía de mi vida, qué bestia! Muy guapo, pero un verdadero animal
de tomo y lomo…Y yo que creía que era un caballero…Ahí me di cuenta de lo
desfasada que estaba…Por un momento se me fue la pinza dándole aliento a la
idea de llevármelo a la cama, menos mal que reaccioné a tiempo…pues…Te imaginé
en tu casa, triste, lloroso y solo…sin mí…preguntándote qué ocurre en mi vida,
mi alma, mi corazón… ¿Qué pienso ahora que ya no estás a mi lado? ¿Dónde voy y
con quién estoy tantas horas en la que tú me buscas en el cielo y no me ves? Y
yo que te escucho en los suspiros del viento le susurro al oído de los
aires…Estoy esperando que me digas te quiero todavía…espérame, ten paciencia…y
no te alejes más de mi vera que se me rompe la garganta del llanto por tu
ausencia…Y por eso no me fui con él, sino que sigo esperándote amor mío, porque
me dijiste…No te mueras sin mí, por Dios, no te vayas sin mí…espérame, que si
mueres, morimos los dos…Entonces le dije…No me gustan los hombres jóvenes para
mí, lo siento...pues...Algunos se creen los amos del universo, y se piensan que
una está ansiosa de puro sexo, no, no...para nada, que me gusta un hombre de mi
edad, esos que por la mañana te los cruzas en la calle andando y te miran de
arriba abajo desnudándote, y ves un cielo rojo como el fuego…y al atardecer te
besa y sientes en tu cuerpo relámpagos y truenos…y anocheces en sus brazos
rodeándote la cintura con sus manos susurrándote en las espaldas...te comía
enterita, vida mía...y antes del amanecer te despiertas con la candela de sus
sentimientos en la puertas del infierno, y la apagas con los suspiros que te
salen del pecho…y de tus húmedos besos…
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