Me pierdo
por calles y callejuelas, sin mirar a nadie, tan sólo el recuerdo y la gran
avenida delante…Tenía que alejarme de ti y lo hice, aún sabiendo el dolor que
te causaría mi amor, hasta que te cansaste y me dejaste. Me abandonaste y ahora
soy yo la que te busco por todas partes sin encontrarte, fíjate, no hay quien
entienda ésta cabeza loca que tengo, siempre queriéndote llevar a mi terreno
como si fueras un perro. Reconozco que ya debes estar harto y te alejas, quizás
hasta te pierda…Caminando estoy por todo el centro de la ciudad, si, allí donde
me entremezclo con la gente para poderte olvidar…No quiero quedarme en casa encerrada entre cuatro paredes, comiéndome la cabeza pensando en ti, viendo las
horas pasar sin oír el teléfono ni el móvil, ni siquiera un guasá o como se
llame ese nuevo estilo de mensaje, con un simple hola nada más…Me niego a ser
la esclava de mis miedos. Me niego a espiarte asomada a la ventana, fumando
como una energúmena, tan sólo para ver si te veo o no te veo, mientras las
colillas de amontonan en el cenicero…Me niego a perder más tiempo entre éstas
teclas traicioneras, ni entrever cómo me acechan los celos... Serena y en paz,
me detengo ante escaparates y edificios preciosos. Mi vida se transforma en un
libre caminar, llegando el aire fresco a mis pulmones, dejando mi mente volar,
sintiéndome cada día más tranquila y libre. Me gusta mi libertad, no me quiero
atar a nadie que me obligue a estar siempre pendiente, como si ya no tuviera
voluntad… Por eso te dejé marchar. Ya no podía seguir queriéndote como la
última vez, esa tan desesperada y desencajada como cuando se tiene tanto miedo
del tiempo al acecho de cualquiera…En cambio me gusta a la par seguir
así…pendiente de un hilo…Me gusta perderme entre la gente, mezclarme entre
ellos por las grandes avenidas de la ciudad, que sin querer poco a poco voy
reconociendo algún rostro, caras desconocidas, hasta me sonríen al pasar… Los
hombres me miran con expresiones de admiración y eso me gusta, soy tan
coqueta…me encanta que me miren y me encanta gustar, ya lo ves, hasta los
jóvenes observan mis andares como diciendo…¡qué bella mujer! y me dan ganas de
irme con alguno, ¡vaya que sí! que a veces tengo ansiedad de saber cómo son
otros besos que no sean los tuyos y siento miedo…Una tarde un muchacho me miró
muy fijamente a los ojos y me dijo: ¡Guapa, qué guapa eres! Y al otro día
también sabes, y al tercero lo dejé caminar tras de mi como si fuera mi sombra
y cuando empezó a oscurecer se colocó a mi lado, y lo dejé estar… no le dije
nada… Quería besarlo, quería que me arrastrara hacia la oscuridad y perderme en
su abrazo… Deseaba sentir su cuerpo rozando el mío…tenía ganas de hacerte daño,
de vengarme de ti…Los semáforos me detienen y los automovilistas pasan
echándome una ojeada llenita de picardía, lo sé y me gusta demasiado… Si, sí,
me gusta despertar miradas apasionadas en los hombres, siempre me ha gustado,
quizás esa coquetería femenina que aún no se ha despegado de mí, como si
tuviera veinte años, fíjate qué cosas se me meten en la cabeza… Seguramente
sean fantasías mías, pero me atrae la idea y hasta me revolotean alitas de
mariposas en el estómago y me cosquillean por el pecho…Es una sensación tan
prodigiosa que me hace sentir poderosa, como si fuera la dueña del mundo, y una
risilla irónica asoma a mi cara, lo sé por la mirada de algunos jóvenes…casi me
incitan a pecar…a querer llevármelos a mi terreno y hacer lo que quiera con su
cuerpo…hay días que me siento irresistible…¡menuda paradoja! Los hombres de mi
edad soñando con estar con jovencitas y los jovencitos mirando a una mujer
madura como yo…y en éste momento de mi vida, sé que puedo tan sólo con un
pestañeo...Como aquél legionario…cada vez que me acuerdo… Reconozco que me
pirran los uniformes, me pierden…me gustan a rabiar…Me encanta ver desfilar a
los soldados, me ponen a cien…Es un secreto que nunca he desvelado a nadie, no
sé por qué, pensaba que tenía que ocultarlo para que nadie creyera que tenía
una mente libidinosa, que era una mujer mala, si esas de casas de
citas…¡fíjate, qué tontería…! Estoy segura que más de una se vuelve loca por un
uniforme…Hemos estado tan reprimidas las mujeres de mi generación, si, si,
incluso con nuestras propias parejas nos ha dado siempre un corte decirles los que
queremos, unas vergüenzas…a lo mejor a los hombres les haya sucedido lo mismo o
es que son algo torpes y no lo quieran reconocer, bueno, eso es lo que se
masculla entre dientes a través de los ecos de la sociedad…y fíjate en mí…creo
que soy una desvergonzada y más si te enteras de algo que siempre he tenido
mucho miedo de contarte…pero tarde o temprano tendré que confesarte…quizás
mañana…
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