Y esos
besos atenazados que me diste el otro día, los llevo desgarrado en mi boca
desde que te desvelé mi secreto, porque me obligaste a ello, fíjate cómo me
mirarías que me lo sacaste sin decírtelo vida mía, que me lo arrancaste de las
lágrimas que rodaron por mis mejillas. Presentías que algo malo te contaría, y
ahora tengo el alma partida, destrozada…Y te lo conté, ¡vaya que sí! Y lo único
que escuchaste es que mis piernas rodearon su cintura, y que sintió el
triángulo de las bermudas. Y por eso ya ni me miras ni me buscas, como si no me
quisieras o es que tienes miedo de lo que he sido capaz de hacer, que te
imaginas los suspiros que salieron de mi pecho cuando me abrazaba rodeándome el
cuello…Y de sus besos…Los mismos besos que te di intercambiándose por los que
le he dado a él antes del alba…o quizás es que te has enfadado cuando me lo
callé por no hacerte más daño…Te dije que salí corriendo, que no hice nada,
pero tú sigues insistiendo y ahora te has atrincherado dentro de tus maltrechos
pensamientos. Te corroe la rabia por dentro y eso que no querías saberlo, menos
mal que sólo te he contado un tercio, pero no te conformas con eso, que quieres
saber hasta los mohines de mis gestos, la alegría de mi risa y la reacción de
su cuerpo cuando lo atrapé por la cintura, ¡vaya que sí! que me doy cuenta de
los entresijos de tu cerebro…Y esa mirada tuya que me habla sin palabras, esa
mirada de asombro cuando me ves pasar, esa mirada es la me trae y me lleva,
porque sin ni siquiera pronunciarla, me dice lo que encierras tras las
tinieblas de tus noches en vela...Que me deseas y que te encantaría besarme a
lo bestia, a lo salvaje y a lo que sea…No, a lo que sea no, sino a esa mujer de
los pies a la cabeza, toda llena de sensualidad, ardiente y fresca...o a la
vampiresa esa…esa que sacas de la esencia femenina cuando enloquece y coquetea
con tu pervertida elocuencia… Porque esa mirada tuya atrapa la pasión
desenfrenada de la mujer enamorada, si, esa loca aventurera que se atreve y se
arriesga…Si, la que se arriesga con cada tiento del camino cuando me encuentro
contigo, y ahora que no te veo tengo miedo, fíjate amor mío, cómo será éste
sentir ciego que te tengo, que a veces me asaltan las dudas de pensar que a
otra mujer le mires el trasero…Échame de menos, mi amor, échame de menos…No
vayas a pensar que la cosa está segura y hecha, porque la cosa hecha está
muerta. No me conformo con la seguridad de la pareja, sino, que quiero
despertar todavía y entretanto, esa susurrante agonía cuando me entrego loca
perdida…me muero, me muero...sin ti muero…y veo esa llama de fuego en tu
mirada, como si estuvieras hechizado, embrujado…y loco, siempre buscándome como
un loco, con los ojos fuera de órbitas, ¡vaya que sí! Que me gustan los hombres
enamorados y un poco celosos…Me gusta que estés pendiente de un hilo, en vilo,
latente, inseguro, con temor a perderme, porque si ya me tienes, si piensas que
la cosa ya está hecha, la pasión se pierde entre mares, y sería como si me
desearas menos. Me enamoré de ti por la pasión que emanaba de tu cuerpo. Ese
mirar interrogante, siempre a flor de piel… Así es como me gusta vivir cada
día, como si empezaras a conquistarme de nuevo y tuvieras que hacerme la ronda.
Si, como cuando me vistes por primera vez. No quiero la tranquilidad de la cosa
hecha, como si ya hubieras llegado a la meta, no, no, que la meta es el final
de todas las aventuras y aquí hay mucho que despertar todavía… Te dije que salí
pitando, que me reía y lo único que se te ha metido en la cabeza, es que lo
atenacé con mis piernas, y que me rozó con el pirineo aragonés ¿qué más te da
si no lo dejé entrar? Échame de menos y búscame por cada rincón del universo.
Reacciona mi amor y no te quedes quieto metido en tu encierro como mecha
ardiendo. No pienses, no digas nada, no me preguntes más y búscame por cada
rincón de la ciudad, no vaya a ser que se te revuelvan las tripas por dentro
del miedo de no saber dónde estoy, si cerca o lejos, fíjate de qué manera
quiero que me eches de menos. Toda una vida queriéndote ya es mucho querer para
no saber que te siento como serpiente a veneno, como agua a fuego y como
demonio a su infierno, ¡vaya que sí! porque yo a ti te deseo ¿sabes? ¡Pero con
deseo de comerte desde mis adentros! Échame de menos mi amor, no creas que vas
a tenerme a tu lado siempre, esperándote, y cuando se te antoje verme, ni que
la cosa ya está bien atada, segura y hecha, ¡ni siquiera eso! Que la cosa hecha
está ya muerta, y hasta los muertos que están bajo tierra se desgarran
aclamando…¡Ten cuidado con mis hijos, no me los dejes abandonados…! Y se
levantan gritando pidiendo justicia, que hay días que caminando por la calle
siento el aliento persiguiéndome por el aire, y se me sube por los hombros, y
me recorre las espaldas y en el oído me dice... ¡Ten cuidado de los míos... no
me lo dejes abandonado…! Y me entran unos escalofríos que hasta vuelvo la
cabeza mirando por todas partes y sólo siento que me soplan, me soplan la
melena porque se me va volando, volando…¡fíjate si no estará tan muerta esa cosa
hecha! Y salgo corriendo, como alma que lleva el diablo del miedo que me invade
la columna vertebral…No me dejes tirada, no me abandones a la tranquilidad de
lo seguro y atado, a la cosa hecha, que la cosa hecha está ya muerta… No te
duermas en los laureles como tantos hombres hacen con sus mujeres, que me
gustan los amores ciegos, vaya a ser que te olvide y me tire por la calle del
infierno…
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