domingo, 19 de abril de 2015

ENTRE DOS MARES.- (MICRORRELATO)





Y ese hombre al que sus labios besé en un arrebato loco de pasión entregándole todo mi amor…ese hombre se cree el dueño de mi cuerpo, de mi alma y hasta de mis pensamientos…pero olvidó los sentimientos. Estás acostumbrado a que esté a la orden de tu batuta, esa batuta de director de orquesta dando órdenes. Me tienes de trompetista cada vez que tienes un concierto, y cuando acabas, me dejas tras el escenario mientras sigues con tu espectáculo, y por eso hoy me he ido a gritarle al viento con la garganta de mis lamentos…Me rodeaste la cintura, me besaste, me encadenaste a tu ser y le echaste el candado…y desde entonces no te he dejado de querer dejándome llevar por ese fuego tuyo hasta los adentros…Sé que me quieres, que me llevas dentro de tu pecho grabado a fuego lento y que estás ahí siempre tan lejos y cercano. Será que tengo un corazón que va al loco albedrío de sus latidos con toda la libertad de sus sentimientos, y cuando te veo se desboca como potrillo galopando a contraviento…Pusiste un muro entre tu vida y mi amor, una barrera de acero marcando distancia, una línea donde sólo tú podrías traspasar como las olas del mar, pero te olvidaste que soy gaviota con ansias de volar…Te creías el dueño de mi vida tan sólo porque te amaba y te quería, me volviste loca de amor, yo no veía más que por ti, hasta que me di cuenta de que sólo me querías para tus devaneos, para pasar el rato ese en que te encuentras solo y vacío, porque así es tu vida, pura rutina…Lo siento mi amor, pero ya me cansé de tantas diatribas, callejuelas sin salida…Me dijiste que me amabas, que era tu media naranja, que sin ti tu vida ya no valía nada y yo me lo creí, fíjate, qué ilusa, te creí…Por eso hoy camino tranquila, sin prisas, sopesando mi soledad sintiéndome libre y a la merced de las lágrimas que sin querer ruedan por mi cara serenas y relajadas, pues no las quiero detener, es una manera de apaciguar mis penas pensando en que un día me enamoré con los ojos llenitos de pasión...Me acostumbraste a tus devaneos, a tu sed de venganza, a tus mentiras y a tus rachas de baja, si esas rachas que te entran cuando sabes y adviertes que me pierdes, porque tú lo sabes, ¿verdad? Me conoces muy bien y a estas alturas de nuestra vida ya no te puedo engañar, ni tú a mí, pero hay algo que nos diferencia pues no me conformo con que me beses y me abraces, sino que quiero hasta tus pensamientos…y es que yo me he vuelto exigente, debe ser éste temperamento tan fuerte que tengo, que me va a explotar por dentro, lo mismo que el corazón que al libre albedrío de los sentimientos late como si supiera o tuviera sus propios pensamientos, ¡qué cosas más extrañas me pasan! Tan sólo es un órgano muscular más de mi cuerpo, y no sé porqué hace conmigo lo que desea a cada momento sin atenerse a las leyes del buen comportamiento. Pusiste una barrera entre tu vida y mi amor, marcando distancias, una frontera por la cual nunca debería traspasar, hasta que me cansé de estar tras de ella y hoy la traspasé y me salté el murallón delante de tu mirada, ¡vaya que sí! Pensabas que nunca lo iba a hacer y por eso hoy me encuentro caminando sola y triste, buscándote por todas partes y estando en esas andaduras perdiéndome entre callejuelas sin salida, unas tímidas frases allende los mares, rozaron mis brazos y mi cara haciéndome sentir la mujer más amada del mundo, fíjate qué cosas me ocurren mi amor, me estaba dejando seducir por unas palabras que me enamoraron el alma, acariciándomela a través de los callejones y recovecos, donde las gitanillas colgaban entre las rejas de las ventanas y en la esquina una farola iluminaba la hiedra que trepaba por las paredes blancas, dibujando un pentagrama donde cada nota era como lágrimas vertidas en el mar, si ese mar que nos separa, apenas decían más de lo que quería dejar entrever, haciéndome latir el corazón. Era como una declaración de amor, ¡qué cosa me pasan a mi edad! Ahora resulta que me estaba dejando seducir por unas palabras a medio acabar, me estaba enamorando sin querer por el hombre aquél…Y ese hombre que me escribe a diario, ese hombre que con todo respeto me dice te quiero y me tienes enamorado de tus versos, ese hombre sin saberlo yo, ya me está gustando de una manera lenta y de escándalo, como si me estuviera sometiendo a besar sus labios, conocerlo y luego a seguir sus pasos por el escenario del fuego y del amor desesperado…Y por eso ahora estás que te comen los demonios por dentro al darte cuenta cómo paso de ti, ¡vaya que sí! Pero ese orgullo que tienes te supera, no te atreves a dar el primer paso por temor a una negativa. Sabes que lo has hecho fatal…Estabas escondido entre las ramas de los árboles, pero yo te vi, y cuando me viste pasar te extrañaste que ni siquiera hiciera amago de mirarte. Te volviste para que te viera de frente, a ver si te hacía cualquier gesto o señal que te hiciera pensar que contigo me iría, pero no, seguí mi camino resuelta y segura, decidida a pasar de ti y por eso estás que te come la rabia devorándote por dentro…Si tu te has creído que porque sigas caminando tras mis pasos, te cruces y te pongas frente a mí, yo te voy a parar para preguntarte qué quieres, estás muy equivocado…Si tú te has creído que porque tengas cara de perro apaleado yo te voy a besar los labios, sigues estando pero que muy equivocado…Si tú te crees que porque te tires más de un mes buscándome como un loco y con lágrimas a punto de caer de tus ojos, yo me voy a tirar a tus brazos derretida y abatida, entonces es que todavía no te has enterado de la clase de persona que hay dentro de ésta mujer…Y éste hombre que tanto empeño pone en olvidarme, que pasa de mí, que se aleja cada vez más, que hasta intenta darme celos, éste hombre no sabe que me lleva clavado en su pecho, y que muere por dentro cada vez que lo veo y ni intento detenerlo, tan sólo sigo mis pasos regando el suelo con lágrimas de fuego…

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