Quisiera escarbar en tus sentimientos para saber por qué te
pienso, que no hay día que te aleje de mis pensamientos… Quizás sea porque haya
llegado el momento de saber que tú eras el hombre de mis sueños…Nunca le
importaron mis estrías porque dice que fueron para dar vida…Me mira las marcas
de la cara y me dice que me hacen cada día más bonita, y me besa las pestañas…y
de mi pelo que le encanta aunque me salgan canas…Me abraza fuertemente por la
cintura atrayéndome hacia su pecho, y me acaricia las espaldas con el fuego de
sus palabras…y me lo como a besos con ganas y deseo…y me hace suya diciéndome
te quiero, te quiero…Son las frases que me regaló aquella fría mañana de
invierno, y que ahora atrapo al viento como si fueran los suspiros de su
corazón secreto…Me hablaste de caminos y de sufrimientos…De viajes lejanos, de
amores falsos y sueños estrafalarios…Todo tú eras una odisea, un mapa
imaginario lleno de rutas de fuego, donde dabas marcha atrás y adelante con el
motor a todo gas…Y yo absorta perdida como estaba, tan sólo miraba tus labios
que me atraían de una manera pecaminosa, invitándome a comerte la boca como si
fuera la fruta prohibida, y por más que no quería, más me incitaban a pecar…Era
la tentación más exquisita , adorable y apetitosa que me podía imaginar, a la
que no estaba dispuesta a dejar pasar y menos defraudarte, pues tú mismo me
retaste a probar…y probé, ¡vaya que sí! Que caté sus labios carnosos como si
fuera una copa de buen vino, un Ribera del Duero, un Valdepeñas…Un pastel de
crema y miel y como abeja piqué, ¡qué atrevimiento el mío, por Dios! Ni que
estuviera a falta de azúcar, ¡pues sí! ¿Y qué? ¡Anda que no, que me harté bien!
¡Qué golosa! Como la reina de las abejas te amé, y tú prendido de mis besos, te
dejaste hacer como un zángano, y ahora serás tú adicto a ellos, pues jamás
habrás saboreado más rico pastel en una boca de piel de satén…¡Qué locura la
mía…! Nunca dejaré de ser la protagonista de tus diabluras…Quisiera perderme en
tus labios y despertarme acariciándote un tango…y me dijeras muy despacito entre
sábanas y cobertores que nunca me has olvidado…Perderme en tus sueños,
arrancarte el pensamiento y enredarte en la maraña de mis cabellos para que te
sintieras preso de los míos…Envolverte con mis besos en una nube de silencio
donde tan sólo se oyeran los suspiros de mi deseo…y pintar en la noche oscura
mil sombras de colores entre las ráfagas de tus pasiones…Quisiera atraparte con
la fuerza de mi voz gritándole al tiempo…¡Oye tú! ¿Quién yo? Sí, sí tú…no te
hagas el disimulado, que para eso tengo de testigo el eco de tus gritos…y los
míos… ¿Sabes que te digo? Que por mucho que te escondas, mi recuerdo te
persigue…Ya puedes meterte en un campo de trigo disfrazado de espantapájaros,
que allá donde vayas mis besos se irán contigo volando como pajaritos, porque cuando
cierro los ojos te imagino mirándome el rostro, siempre mirándome, y eso es por
algo, ¿te enteras? porque no puede ser que en esta vida se quede una fuera de
escena, actuando en la misma película de la vida nuestra…Que las cosas no pasan
por pasar, que aquí hay mucha tela que remendar, y yo ya me puse a zurcir cada
rotura con aguja y dedal, no me vayas a venir ahora que tú pusiste las
tijeras para cortar…¡Ay madre mía...! Presiento que éste tío es un buen
sastre…pero aún así no me doy por vencida y…Quisiera ser la dueña de tus
sentimientos, tus palabras y tu cuerpo, que me dijeras que te acuerdas de mí,
que nunca me has olvidad desde aquel día de invierno…¡Cuánto te deseo, cuánto,
cuánto! Si yo lo viera en éste momento andando de frente, saldría corriendo
hacia él y lo abrazaría con todas las ganas de mi querer y le diría…Ésta soy
yo, sin dobleces ni parangón…Cerré mis ojos al cielo, escenifiqué un molde de
barro en mi mente y con un soplo de aire tomó forma y vida como obra milagrosa
de Dios…En ese preciso instante apareció ante mí, andando solo, triste,
cabizbajo…Lo atraje con la fuerza de mi pensamiento, ese tan grande y poderoso
que tienen los deseos cuando son fuertes, fuertes, tanto que atravesó los
límites de la fantasía, convirtiendo en realidad mis ansias de tenerlo en mis
brazos…Y llegó hasta aquí, frente a mí, caminando con todo el sufrimiento bajo
las suelas de sus zapatos…Era su andar cansado y pesado de tanta pena que venía
arrastrando…Nuestras miradas se hablaron con la brillantez de las palabras
mudas, silenciosas…y justo en el cruce, nuestras manos se rozaron con la
suavidad de las plumas, volando en susurros apagados, casi sin latidos en
nuestro corazón de tantas ansiedades acumuladas…Sus dedos y los míos se unieron
en un nudo de amor, y al pasar de largo, antes de dos pasos, nos giramos a la
vez y sin mediar palabras me sujetó del brazo…Mi corazón empezó a galopar como
una estampida de yeguas, dando rienda a mil besos de pasión…me abandoné a su
pecho y me abrazó diciéndome…Dime que eres mía, ¡júrame por Dios! Dime que eres
mía y de nadie más…Y me puse a llorar y reír a la vez después de haber pasado
el tiempo en recuerdos de pasiones ocultas tras las lágrimas sin caer…Al
momento me enlazaste por la cintura y corrimos cuesta arriba para escondernos
de la gente, ¡y qué risa la mía! parecíamos dos chiquillos haciendo
travesuras…y la hicimos, ¡vaya que sí! Que no dejamos ni un trocito de piel que
se quedara sin mis besos ni los de él…
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