Me ignora, me habla mal, tiene el gesto fruncido, airado, como
si le molestara mi presencia…No sé qué le pasa, pero desde que se jubiló está
de un humor de perros y a mí me tiene harta de tantos malos modos…pues…Antes de
ahora era un hombre apacible, correcto, amable, apasionado…siempre con una sonrisa
en los labios…Me sentía feliz y querida y lo más importante, deseada…Todas las
mañana antes de irse al trabajo me abrazaba por la espalda, y me susurraba palabras
apasionadas en el oído mientras sus manos acariciaban mi pecho…me hacía ver que
era una mujer bella, guapa, sobretodo deseada…y ahora, fíjate…ni siquiera me
mira…es como si no existiera…como si se hubiera apagado la llama de la vela y
yo lo necesito tanto aún…A veces pienso que sólo me quiere para que limpie la
casa, haga la comida y poco más…me siento como un mueble…Se puede tirar días
enteros sentado cómodamente en su sillón viendo el futbol mientras me quedo observándome
en el espejo para poder comprender qué es lo que cambió en mí…Sé que no soy la
misma físicamente…tengo años suficientes como para ser abuela, y lo soy, ¡vaya
que sí! Y orgullosa de serlo…pues…Los nietos son mis tesoros…pero en mi corazón
aún sigue viviendo la novia que un día fui de él…mi actual esposo…También sé que
el tiempo deja huellas en la piel, sobre todo en el vientre por los embarazos,
y en el pecho a causa de la lactancia…incluso asoman hebras blancas en mis
cabellos, los que antes eran negros azabache…y cuando me miro al espejo, las arrugas
asoman en mi rostro como arroyuelos secos, pero…Mis sentimientos hacia él no
han cambiado nada…lo quiero a pesar de todo, pero me gustaría que de vez en
cuando me dijera un piropo bonito…Quizás se deba a la naturaleza del tiempo, y a
los hombres les ocurran lo mismo que a las mujeres cuando llegan a cierta edad,
puede ser, pero echo de menos tanto las sonrisas cómplices…esas miradas llenas
de picardía cuando éramos más jóvenes…No sé qué pensar de ésta extraña sensación…Tengo
miedo de los suspiros que me abruman en el pecho y exaltan a mi garganta un
poquito de piedad…aclaman y gritan que…Ésta
vida es injusta con los sentimientos de una mujer de edad madura...pues...Hay
días que me siento triste y deprimida, y por eso…Una mañana que estaba
caminando lo conocí…Era un hombre guapo, guapo…y muy interesante…verdaderamente
interesante…tendría unos sesenta años, más o menos como yo, y lo que más me
llamó la atención de él fue el modo de mirarme…pues…Hay miradas que lo dicen
todo…Era una mirada calentita y llena de pasión…parecía que le faltaba lo mismo
que a mí…Atención, saber que está ahí todavía…sonrisas cómplices…besos y
caricias de amantes enamorados…Cada vez que sus ojos se encontraban con los míos,
me hacían sentir la mujer más deseada del mundo…y eso fue lo que enamoró mi
alma y mi corazón…Era como una caricia hacia todos los sentidos de mi vida y no
me pude contener, y por eso me encuentro rezando…Señor mío, hoy te imploro
perdón por mis pecados…Sé que he amado a otro hombre…tendrás que perdonarme…Fui
débil, me encontraba en un momento sensible…reconozco que lo besé con pasión,
no lo pude evitar…Era como volver a ser la novia aquella que un día fui, esa que
habita en mi interior y a la que su marido apagó con esos cambios de humor…A
veces le pregunto si me quiere y me dice que sí…pero es un sí sin sentido, sin
pasión…es un sí extraño, frío y por no decir que no…Me pregunto si a todas los
matrimonios les ocurren lo mismo cuando llevan un tiempo juntos…debe ser la
rutina, la convivencia que apaga la pasión y yo sólo deseo seguir siendo amada
con verdaderas ganas, no por el hecho de cumplir con esa misión del deber de
una esposa y viceversa, no, no…En éste momento me encuentro un poco extraña…sí,
sí…pero me siento segura y dueña de mis actos, aunque…Tengo rabia y coraje de
haber vuelto a caer en sus brazos, precisamente ahora que ya estaba controlando
las pasiones de mi juventud…justo en éste momento que me siento libre de
cadenas…pues…Hubo un tiempo que no era dueña de mis sentimientos y no sabía
decir que no cuando debía decirlo…Le dije que no podíamos seguir con la relación
porque no estaba bien, que no se enfadara conmigo…Me contestó que lo comprendía,
que tenía toda la razón, que no se enfadaba, pero que me quería…lo mismo que yo
a él, y por eso estoy tranquila y
sosegada hasta que…Me vistes desde lejos, me esperaste en la esquina y
me dijiste un requiebro…y seguí mi camino sabiendo que no te darías por vencido…Volví
la cabeza y ahí estabas parado…desnudo y desgarrado…gritando mi nombre con la
mente y el corazón desbocado…Eran tan fuertes tus latidos que tiraron de los
míos, y yo que soy frágil como amapola de primavera, desanduve mis pasos para echarme
a tus brazos…pues…Esa sutileza ladina y seductora que tienes en la mirada para
conquistarme las caderas, son las que me arrastraron como si fuera la sombra de
tus quimeras…y tú sabiéndote dueño de mis flaquezas, me dijiste te quiero y te
echaste un caramelo en la boca para que saboreara tus dulces besos, y por
eso…Te seguí por el valle del infierno, testigo de nuestros desmadres y
desatinos…y ahora que estoy solita andando por los caminos, le grito al
mundo…Maldito destino que eres el dueño de mis desvaríos…
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