A LA MERCED DE TUS CARICIAS LOCAS.- (MICRORRELATO)
Dicen las malas lenguas que ojos que
no ven, corazón que no siente, y eso era lo que me paso precisamente a mí, que
cerré los ojos ante lo evidente para no sufrir…Temía que al descubrir la
realidad me dejara para siempre, y por eso seguí con él…pues…Era tan apasionado
conmigo que daba la sensación de que me amaba de verdad, hasta que una mañana
me armé de valor y lo seguí caminando…Parecía una rata de alcantarilla
rastreando sus pasos, ¡qué bajo había caído por Dios! Apenas podía
reconocerme...No sé ni cómo ni cuándo había llegado a ese punto de
dependencia...pues...Con tal que pasaban días sin verlo se me llenaba la mente
de ira y malos pensamientos, ¡dichosos celos! Una vez que se instalan en tu
mente la ponen a una toda endemoniada perdida y se le da vida a lo que no
existe…Deben ser las tretas de los amores ciegos... te ponen un venda en los
ojos y hacen contigo lo que quieren como si fueran cosas de brujerías…¡Ay madre
mía de mi vida… qué angustia siento en mi pecho…! Callada y dubitativa venía
dándole vueltas a una misma idea...pues... Desde hacía más de una semana
rondaba por mi cabeza... Era demasiado evidente y aunque no lo quería creer, al
fin pude comprobar que todas mis sospechas no eran en vano…Y estando en éstas
tesituras lo veo caminar hacia mí con cara de no haber roto un plato…Venía
sonriendo, como siempre…Me quedé mirándolo de arriba abajo con la mirada
iracunda…quería que se diera cuenta de que ya me había enterado de todo…¿Qué,
qué pasa? Lo miré a los ojos y tratando por todos los medios que no me saliera
la voz en un grito airado, le solté a bocajarro con el dedo índice apuntando y
casi rozando su rostro…Me ha dicho un pajarito que te han visto dándote un pico
con una tía por los alrededores del río…Se quedó, absorto, como no dando
crédito a mis palabras…pues…En actuar no hay quien le gane... Era un actor de
primera categoría y en cuanto se le acusaba de una traición, lo negaba a pies
juntillas y no había manera de que admitiera la verdad…Seguí insistiendo…Sí,
sí, que te han visto a brazo partido, metiéndole mano escondidos entre
matorrales...Sí, sí, a la vera del río con esa morena…la morena esa, ya sabes a
cual me refiero…Lo negó tres veces, como San Pedro, ¡vaya que sí! ¿Será
embustero? Me dieron ganas de estrellarlo contra la pared, pero ante todo
quería que me dijera la verdad, que confesara de una vez lo que estaba
pasando…pues…Si me había dejado de querer lo comprendería, ¡estaría bueno!
aunque por dentro estuviera muertita de miedo…Me armé de valor y le exigí que
confesara, al mismo tiempo que temía la realidad…lo quería tanto…Lo quería a
rabiar y el pensar tan sólo que me engañara con otra me ponía frenética
perdida, pero seguía negándolo, además hasta se reía…Parecía que estaba
disfrutando viéndome celosa…era tan morboso…Me comían los demonios al mismo
tiempo que me encolerizaba más…era como si echara leña al fuego y yo, rebelde
por naturaleza, le grité agarrándolo por los brazos…no sé de donde saqué las
fuerzas, pero de un empujón le eché hacia atrás y encarándome le
espeté…¡Confiesa, cobarde, confiesa! Ni siquiera hizo amago de defenderse,
quieto como estaba, parecía una estatua de hielo, y más rabia me daba por lo
que empecé a zarandearlo, pero…Era como si zarandeara a un muro de cemento de
la frialdad que veía en su mirada, al mismo tiempo que seguía temiendo que
sucumbiera a mis exigentes sospechas…pues…Por dentro de mi corazón le pedía a
Dios que me mintiera…No salió nada de su boca y volví a la carga zarandeándolo
con el ímpetu de mis palabras…¡Confiesa cobarde! Me sentía como Chiquito de la
Calzada y casi se me escapa una risa…Y él, que también pensaría lo mismo,
empezó a reír a carcajadas y rodeándome con un brazo por la cintura y con el
otro echándome la cabeza atrás, me dio un besazo en los labios que me dejó sin
respiración, y yo, loca como estoy por sus huesos, me dejé besar como si fuera
su vasalla….y tú mi rey…Y seguí caminando con las piernas flojas de la pasión
del encontronazo y con unas punzadas en el corazón que me llenaban de
temblor…pues…Me gustan tus anchas espaldas, tus hombros rectos, tus brazos
musculosos, tus manos…esas manos ansiosas siempre de arrancarme la ropa dejando
mi cuerpo a la merced de tus caricias locas…Tu cuello, tu cabeza, hasta tus
sienes plateadas me gustan, pero lo que más me gusta, es esa mirada inquisitoria
que me desnuda el alma dejando los sentimientos a flor de piel…
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