Amor mío, amor mío...hace tanto tiempo que no te echo de
menos que temo perderme en el olvido...no quisiera yo acostumbrarme a ésta
libertad de sentimientos con la desdicha de tu sufrimiento...pues...Hay días
que lloro y río al mismo momento, que mirándome al espejo grito…al fin dejaste
de ser una niña... ¡Ay madre mía…! El tiempo pasó por mi vida, mi cuerpo y lo
peor de todo, por la piel que se muestra cada día más flácida y envejecida…temo
no gustarle como antes, como cuando era más joven y estaba llena de ansiedad y deseos
interminables de pasión al rojo vivo que sólo saciábamos con las caricias de la
carne…Me pregunto si aún me desea con la misma intensidad…pues…A veces pienso
que ya no desespera por verme pasar…era tan joven cuando me conoció…y por eso me
hallo desnuda ante el espejo…observando cada surco en mi rostro…mirando el rastro
que dejó sus besos en mi alma…Me encuentro sentada en el filo de la cama
esperando sola en esta habitación…mi corazón se desboca de tanto pensarle…lo
quiero, ¿sabes? Aún lo amo como antes, como siempre, ¡madre mía…! Parece que
haya pasado una eternidad…me tiemblan las piernas…hace tanto tiempo desde la última
vez, ¿te acuerdas? Tuvimos que dejarlo…Fuerzas mayores me obligaron a
prescindir de ti hasta ahora…Tengo una cita secreta, ¡qué ganas tengo de verlo!
¿Habrá cambiado mucho? Me pregunto si tiene el mismo miedo que yo cuando lo vea…No,
no, estoy segura de que no…pues…Los hombres sienten diferente…no son tan
livianos y perfeccionistas, y menos él que siempre iba al grano, ¡vaya que sí! Que
era verme y comerme a besos…Espera, espera…le decía cada vez que nos encontrábamos
en la habitación de aquél hotel…Era un hotelito a las afueras donde dábamos
riendas a nuestras caricias…Espera, espera…le decía apenas sin poder respirar…Me
ahogas, me oprimes el pecho, ¡por Dios que me vas a romper…! Y se reía, siempre
se reía y volvía a besarme con prisas…¡Ay las prisas! Toda una vida besándote
con prisas y ahora que tengo todo el tiempo del mundo, mírame cómo estoy…temblando
de miedo…me asusta tanta tranquilidad, esto de estar relajada me aturde y me reprime
los sentimientos, creo que no va a salir bien…pues…Me acostumbraste a correr
como los galgos tras la presa fácil que era yo…me dejaba coger adrede para ti…ya
ves lo que hacía para que no te quedaras con las ganas, y luego volvías a la
carga con más ansiedad…despacito llegaba a la cima de la cumbre con todos los gritos
de mi alma saliendo en cataratas como lava de volcán…No éramos libres ni tú ni
yo…siempre amándonos a escondidas mi amor, ¡fíjate qué cosas…! Toda una vida
unidos por eso que llaman amor, o, ¿era deseo carnal? No lo sé ni me importa, sólo
sé que aún te deseo como si nunca hubiera pasado el tiempo…pero pasó…está
pasando…Pasa de mí sin preguntarme siquiera si estoy de acuerdo o no, o si me
gustan las huellas que están dejando en mi cuerpo…Mi pecho no es tan turgente
como antes, ni la piel que cubre mis carnes es tan tersa y suave, y por eso
estoy aquí, porque siento que el tiempo no pasó por los sentimientos de mi
corazón, ni mi alma… Es como si un espíritu joven se hubiera escapado de la
adolescente que fui y siga permanentemente en mi interior como travieso
cascabel, y por eso tiemblo de furor…pues…Quiero ver la expresión de tu rostro
ahora que somos libres, ahora que podemos tener todas las citas que no tuvimos
antes, las que nos perdimos por ellos, por todos ellos…Por los que nos
quisieron tanto y por aquello de lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre,
¿te acuerdas? Era tan temerosa y tan supersticiosa…¡Cuántas manías tenía en la época
de la represión…! Y esa acérrima educación que nos dieron, dichosa guía de la
religión católica apostólica y romana que no dejó cantar a un ruiseñor y volar
a esa golondrina que era yo…pues…Tenía la obligación de quererlos…y lo queríamos,
¿verdad? Dime que aún estamos a tiempo de amarnos por momentos…tengo el corazón
desbocado de tanto amor que siento, es como si tuviera veinte años…veinte años
de edad en un cuerpo de sesenta, lo mismo que el tuyo amor mío…Oigo pisadas
junto al ascensor…golpes suaves en la puerta y yo aquí desnuda…me santiguo de
tanto como lo deseo…Señor, Señor mío haz que le guste lo que ve…que me siga
queriendo…Abre sus ojos, me mira, me abraza y me dejo caer en sus brazos
temblando…son los mismos abrazos de siempre, fuertes, fuertes…me aprieta y besa
la boca con la pasión de los amantes…mi querido amante…Una lágrima resbala por
mi rostro y él que la ve la recoge con su lengua…lengua ardiente y llena de
fuego….me arde el cuerpo entero y me entrego a las caricias de sus besos que
son suaves como el terciopelo y yo, salvaje como antes le muerdo el cuello y le
digo…amor mío, amor mío…
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