Es inevitable todo éste tormento que
siento de noche y de día como si me estuvieras reclamando desde lo más hondo de
tu cuerpo, que ya sin ti apenas me veo en mi existir…Mil mariposas en mi pecho danzando
al ritmo de mis latidos cuando paso por tu lado como si nunca me hubieras
besado…Ese beso que me robaste una mañana de sábado que ni siquiera sabía que
existía, fue el comienzo de la gran aventura de mi vida y empecé a deshojar la
margarita, apoderándose cada día más de mi alma, pensando que ya no podremos
seguir viviendo esta utopía sin pasado ni futuro, pues tan sólo es un presente
incipiente…Mi alma palpita o es mi corazón quizás el que late cuando oigo pasos
ligeros tras de mí, pensando siempre que pueda ser tú, que lo mismo que yo,
sienta el peso de ésta soledad que nos pesa cada día más…Y por eso paseo por
lugares solitarios donde poderte encontrar. Son tan tristes los días sin ti,
que apenas puedo caminar relajada. Necesito tus besos y abrazos, verte a todas
horas y que me digas te quiero vida mía…¡Qué cosas me ocurren! Es la misma
sensación de cuando era una jovencita, que siento un vacío en el estómago, un
sinvivir, un desaliento, como si ya no tuviera la capacidad de contenerme más
que para ti…Me haces falta...es una agonía constante las veces que te pienso,
mi amor, pues continuamente estás habitando mi mente como un ocupa, esos que no
tienen cobijo y yacen dentro de otros cuerpos…En el mío…Dentro de mi pecho,
entre las costillas apretándome los pulmones, que a veces me quedo sin aire
porque tú te lo respiras todo para ti, como si fuéramos una misma persona
viviendo con un solo corazón…Dos almas gemelas que se necesitan para poder
andar el camino de la naturaleza, como dos piernas en vez de cuatro, y los
brazos y las manos éstas que tengo para seguir el pulso de tus latidos, que ya
no distingo si es el mío o es que me lo ordena tu mente desde lejos, ¡qué cosas
más extrañas! Debe ser ya que nos acostumbramos a estar siempre tan juntos y
separados, que cuando no te veo un día nada más, es como si fueran muchos, pues
más ganas tengo de ti…Y cuando ya te tengo te como a besos y con más ganas me
quedo…Y por eso me encuentro de nuevo aquí, sufriendo, viéndote frente a mí,
esperándome, como siempre…Se me rompía el alma de no poderte decir nada, tan
sólo como estabas ahí mi amor, y yo aquí guardándome de ti para no salir
corriendo y decirte al oído…Hoy no podré estar contigo, pero mañana si…Y cuando
llegó la mañana, me desperté antes del alba y corrí, ¡vaya que corrí! Que corrí
como una colegiala en busca de su chico, dándoles alas a mi cabeza y a mis
piernas, hasta que llegué a la cita de siempre y ahí no estabas tú…Me quedé
sola esperándote, allí donde nuestras piernas se enredaron entre los cañaverales
del infierno aquél… Nos perdimos en el laberinto de la ciudad, seguí mi camino
y no te pude encontrar…Y yo aquí buscándote por calles solitarias…Están vacías,
sin alma, tan sólo yo mirando por todas partes, a ver si te encontraba, tenía
tantas ganas de estar contigo que hasta me atreví a llamarte con el
pensamiento, ¡fíjate como te quiero! Que a veces creo que te atraigo con la
fuerza de mi deseo...Y te veo venir hacia mí con ese mirar tuyo tan especial
que sin palabras me dice cuánto me quieres...Y siento tus manos junto a las
mías que me dicen sin palabras cuánto me deseas y cómo me necesitas…Lo mismo
que yo a ti que ya hace tiempo que no te tengo entre mis brazos mi amor, y se
me quedan las piernas vacías de no poderte atrapar en un abrazo de ardiente pasión…
Y te tengo, ¡vaya que sí! Que me buscas, ¡siempre me buscas con los ojos y el
cuerpo entero! Hasta con el alma me envías palabras llenitas de rabia por no
encontrarme por ninguna parte, porque me lo transmiten las hojas de lo árboles
y el aire que me dice…¿dónde estás chiquilla? Aparece ya chiquita mía…Lo sé, lo
sé….Son tus deseos vehemente que me ahogan, me asfixian y me oprimen el pecho
con tu boca y lo que siento alrededor de mi cuerpo, ¡vente conmigo al huerto!
Si allí donde está el fruto prohibido…Hay sombras en los caminos, están detrás
de los árboles, son los latidos de tus sentidos que vienen conmigo y no paran
de decirme, cuando más te veo, más te miro y más te quiero…Te necesito y quiero
vivir contigo…Sabía que me estarías buscando, me lo decía el viento, son las
corazonadas que nunca mienten... Y por eso aligeré el paso y de repente te ví frente a mí,
venías hacía mí y nuestros alientos se cruzaron con el temperamento de los
deseos y nuestros ojos se hablaron con la mirada llena de pícara sonrisa…
Estabas dando vueltas por todas las callejuelas estrechas, esas que nos alejan
de las miradas curiosas de ver a un hombre y una mujer de edad madura
entregadas al apasionado abrazo de los jóvenes enamorados, como si eso fuera
patrimonio de la juventud y los mayores estar sentados en fila en un banco o
alrededor de una mesa jugando al mus…y nada más…Estabas desesperado por darme
ese beso que tanto te gusta de mí, y estuviste toda la mañana buscándolo hasta
que lo pudiste encontrar, y cada vez que te acercabas, yo no paraba de reír,
¡madre mía, qué locura desatas en mí! Tan sólo por no darte ese beso que a mí
me quemaba en los labios, y que tú querías apagármelo con tu boca siempre
hambrienta de mi…
No hay comentarios:
Publicar un comentario