Quiero
sentir que te quiero porque sin quererte muero, ya ves mi amor que necesito tus
besos para seguir escribiendo, te tengo tan olvidado últimamente que no me
salen los pensamientos del cerebro, como si un pensamiento tuviera esencia de
su conocimiento…Si, ese pensar libre que entra y sale de la jaula sin rejas
llamada sesera y se coloca ahí, sin avisar siquiera, pues vaga por mi cabeza
como un avatar sin sentido de ser y decir…Voy a pensar un pensamiento…No, tan
sólo es una ánima bendita enredándose por mis pelambreras, y cuando menos
espera la atrapo como si fueran los ecos de tus cabellos…¡Qué cosas Dios mío
piso al caminar…! Son los andares matinales los que me invitan a seguir tras
las huellas de mi existir, pues es como el río de la vida, ese arroyuelo grande
o pequeño, que aun estando casi seco y encharcado, al final sigue buscando su
cauce hasta llegar a las aguas claras que en un torrente de cataratas se
derrama en el manantial de mi inspiración… ¡Ay mi amor, cuánto echo de menos
tus besos! ¿Qué daría yo para tropezarme contigo? Porque si yo te encontrara
ahora mismo en mi camino, ¡ay madre mía, la de cosa que te diría en el oído!
Que seguro que me arrastrarías por cualquier esquina y me abrazarías hasta
dejarme sin respiración ¡vaya que sí! Que te iba a dejar el cuello del color
carmesí con unos cuantos mordisquitos y más de mil besos encarnecidos, y te
saldrían señales como quemaduras, ¡al rojo vivo! Y cada vez que te cruzaras en
mi camino, arderían las calles como la lava de los volcanes, ¡fíjate bien en lo
que te digo! que quien avisa no es traidor…Paso a pasito, sigo las huellas de
mis latidos a ver si lo encuentro en mi destino…y te encontré… Se volvió loco,
se marchó con el aroma de mi arrobamiento impregnados en las garras del animal
que lleva dentro…Y luego se cansó…Te cansaste…te cansaste de esperar, se
agotaron tus fuerzas, ya no me tienes paciencia y por eso te fuiste de mi
vera…Lo sé, créeme que lo sé y comprendo la amargura de tu ser…A mí me pasa
igual, ya me harté de esperar un pequeño milagro nada más, y por eso busco
entre las callejuelas sin salida, allí donde sé que están clavadas las penas
mías para encontrarte junto a mis letras…Esas letras que siempre me acompañan
en mis andaduras, y juntas de las manos atravesamos las fronteras de nuestros
destino, porque hago con ellas lo que quiero y se adaptan a vivir las aventuras
que les marcan mi latidos…Y éste corazón mío late, late, late…que va
traspasando el otoño y mil primaveras de la tramoya de mis entretelas, y late,
late, late…Me buscó y no me vio pero me esperó. Estaba sentado en un pedrusco
bajo la sombra de aquél árbol y salió pitando como perro apaleado y me paró, y
me paré y nos quedamos en pié, cara con cara, ojos clavados en la mirada uno
del otro…Late, late, late…dos corazones a un mismo ritmo…Y como si nada, que
seguimos nuestras pisadas hasta las ramas altas, donde sus brazos me
encadenaron por la espalda y como una guitarra empezó a tocar las cuerdas,
mientras yo me retorcía con la flauta de la vida, saliendo una sonata de
carcajadas de mi garganta…Me estás matando, me estás matando poco a poco, que
no duermo, que te sueño con otro y eso me está volviendo loco, loco…Y yo me
reía, me reía haciendo mil travesuras como cuando me peleaba con las demás
niñas del vecindario, y me levantaba la falda de un salto para que me vieran
las nalgas. Si, si, era como una manera de burlarme de ellas…Y él se revolvía
abrazándome como si fuera la primera vez, con los ojos desorbitados de verse
envuelto entre las risas de mi pecado y de mi vestido alzado…Y me reía, no
paraba de reír viniéndome a la memoria aquella chiquilla que jugaba a la comba
con mis amigas…Al pasar la barca me dijo el barquero, las niñas bonitas no
pagan dinero…Y nos reíamos mientras sentados en la acera los niños se agachaban
para vernos las bragas blancas, y nosotras con cada brinco nos sujetábamos las
faldas con las manos, y ellos dándose codazos sonriendo y gritando… blanca,
blanca, blanca…De qué te ríes, dime de que te ríes…De ti, de tu niñez, de tu
cara y de tus ganas de mí, de tus beso locos y de la alegría de vivir…Y seguía
riendo de nuevo cuando cuesta abajo, las niñas aleteábamos como pájaros
volando, era todo una aventura alzados mis brazos al cielo como alas al viento,
dejándome mecer en el vaivén del aire aquél…Y en un derroche de furor,
empezamos a reír los dos…Parecía un concierto diabólico de carcajadas, donde
cada tono de la melodía bajaba o subía según el murmullo de la gente, que a lo
lejos, se oían pasar, balanceándose mi cuerpo a los toques de cuerda, que en el
silencio eran tan lentos, que mis ojos se cerraban bailando un tango, alerta a
la merced de sus sonidos, al ritmo acompasado de una agonía infinita de placer
mientras mis alas de golondrinas planeaban a ras del terreno resbaladizo,
cuando las garras de un águila que oteaba desde lo alto se lanzó en picado y
juntos nos estrellamos en un vuelo de placer…
No hay comentarios:
Publicar un comentario