lunes, 24 de junio de 2013

A TRAVÉS DE TI.- GABRIEL.- Capítulo Veintiocho.- Primera Parte.-




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Sí, era Gabriel. El corazón me dio un vuelco y me desperté. Había sido sólo un sueño. El caso es que me levanté contenta y con ganas de salir para que me diera el aire.  Me duché cantando y salí a pasear un poco por mi jardín, y como tenía fuerzas me fui hacia la calle, entonces vi a Gabriel y esta vez estaba despierta. Empecé a caminar más de prisa. Como estaba bastante apartado, aligeré más el paso y al hacer ese esfuerzo me caí al suelo. Entonces él vino corriendo hacia mí, se agachó y me dijo que no me preocupara de nada, ya que me cuidaría, y que no tuviera miedo. Me levantó en volandas y me acompañó hasta el hospital más cercano. Cuando abrí los ojos, el médico me estaba auscultando, y después de un exhaustivo reconocimiento vinieron unos camilleros, me llevaron a una habitación y me transfundieron. Me quedé completamente dormida. No sé qué clase de inyección intravenosa me pusieron, el caso es que no paré de soñar con Gabriel. En mi sueño, Gabriel y yo caminábamos por la orilla del mar cogidos de la mano, y él me sonreía. Siempre me sonreía y me decía algo que no puedo recordar, pero sé que eran palabras tranquilizadoras, por que me encontraba estupendamente. Además sentía una paz interior y una serenidad que sólo el que está en mi lugar lo puede entender. Así que me dejé llevar de su mano sin miedo a nada…Cuando abrí los ojos, Gabriel fue el nombre que acudió a mi mente. ¿Dónde está Gabriel? Le pregunté a la enfermera. Nadie sabía quién era. Entonces, ¿quién me ha traído aquí?  Como ninguno sabía de qué estaba hablando, ni por quién preguntaba, pensé que lo habría imaginado, y así estuve una semana entera dándole vueltas a la cabeza. A las dos semanas me dieron el alta. Adam y mi hija Ellen vinieron a por mí y me llevaron a casa. A Loret no le dijeron nada para no preocuparla, además estaba muy lejos. Mi amiga Silvi se quedó conmigo hasta que me puse mejor. Al cabo de un mes, vino mi hermano José con su mujer y Cecilia. Antes de llegar, habían pasado por Barcelona a recogerla. Estuvieron diez días conmigo haciéndome compañía, y aunque no me decían nada, yo sé que vinieron a despedirse de mí. No me dejaron sola ni un instante. Me cuidaron con todo el cariño del mundo. Son tan buenos. Para mi hermana Cecilia fue muy gratificante el haber compartido esos días con José, por que tenía una idea muy equivocada de él, y gracias a mi enfermedad, se conocieron los dos. Se dio cuenta de la bellísima persona que era, sobre todo la gran humanidad que tenía. Por que realmente, la condición de las personas, salen a flote en los peores momentos, y es cuando se conocen como son cada uno. Antes de irse, le hablé a mi hermana Cecilia de Gabriel. Le dije que me había llevado al hospital y que luego desapareció como por encanto. Que nadie lo había visto y no sabían ni quién era. Cecilia se quedó muy extrañada y me dijo que a lo mejor lo había soñado. Le juré por todos los santos del mundo que no, que lo conocía desde que yo tenía dieciocho años. Que era el hermano de unas amigas de Ceuta, y que siempre había estado muy enamorado de mí, además que cada vez que tenía un problema, él aparecía como por arte de magia. Se quedó callada. Seguro que se creía que estaba loca por que el médico le dijo que me habían salido unos bultos en la cabeza y que me estaba afectando, pero yo sé que no, que lo vi con estos ojos que Dios me dio.…

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