¡Ay Señor mío, qué vacío dentro de mí!
Me siento como cuando tenía doce años y no sabía qué era lo que me pasaba, era
como si un ser extraño se hubiera instalado en mi interior, y ahora, después de
décadas tras décadas tengo la misma sensación de aquella niña cuando se hizo
mujer, ¡fíjate qué cosas más raras! Debe ser que sea tan receptiva que sienta
los cambios hormonales tan vivamente y en directo que note su influencia mental
en los sentimientos, no lo sé…Quizás sea la aceptación de
todo el bagaje que llevamos a través del tiempo, y…El conformismo de la
realidad sea la que marque los signos a seguir con la sutileza del avatar
diario…pues…Es la pandemia del siglo la que me está apartando de ti, aunque…Es tal el
poder y la fuerza de la tristeza que embarga mi alma, que día a día le hace
frente a dicha conformidad rebelándose tal cual es con uñas y carnes para no
dejarse vencer, y te busque en cada resquicio de mi piel para tenerte conmigo
siempre, siempre…Es como si yo no fuera yo, si no
otra…Salgo a la calle a pasear y lo busco con la mirada en todas partes, hasta
en las hojas de los árboles que me observan al pasar…pues…Como un
alma errante vago de aquí para allá temerosa de no volverte a encontrar, pero…No
soy yo la que te busca, si no tú el que siempre estás ahí esperándome con la
tristeza marcada en la cara… en los ojos que suplicantes aclaman un beso…sólo
un beso corto…y yo, que temo al virus maldito, te lo niego con los gestos de mi
cuerpo que siente el roce de tu manos agarradas al volante de mi falda, que sin
esperar mi respuesta, la levantas y me acaricias las piernas…y entre ellas…¡Madre
mía de mi vida…! No hay nada peor en éstos tiempos de pandemia que amar a una persona y no
poderla abrazar…es como si fuera una pesadilla
constante que te quema los sentimientos de tal manera, que quisiera morir, y…Llega
un momento que nada tiene sentido para mí…pues…Soy presa de tus
delirios, que, poco a poco se enreda con mis pensamientos y en vez de ser tú el
herido, soy yo…Una lucha infiel me arrastra hacia tus caricias seductoras,
esas que enamoraron mi alma y mi piel, y tú…Que eres dueño de mis
deseos, te recreas en ellos buscándome día y noche
por los resquicios de mi cuerpo…Es la destreza de tu voz muda dentro de mi pecho la que me hace palpitar
entre los recuerdos de tus besos, que brincando está en mis labios como
potrillo hambriento, y…A cada paso que doy oigo los jadeos de tu garganta alrededor de mi cuello
balanceándose como mariposas entre mis cabellos…me giro y no te veo, pero…Siento el peso de tu sombra sobre mí…hasta escucho las palabras que salen de tus adentros…Te quiero, te quiero, no lo olvides nunca, y yo que me encuentro indecisa…Te busco entre los quejidos del viento que sopla en
mis oídos y los impregna de tu esencia, esa que siempre me persigue por callejuelas
y rastrea los pasos que dejaron mis huellas en la cantina aquella, donde una
mañana de invierno me dejé seducir por la picardía de tu mirada…Te quiero…me dijiste antes de irte, y yo que siento lo mismo que tú me
quedé callada, y ahora…No sé qué me pasa…me encuentro tan rara…casi me
desconozco…Han pasado tantos años desde entonces, que…No paro de pensar que esta
historia tiene los días contados, o quizás…Sea esclava de los desalientos de tu
avatar…
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