Y ahí estás de nuevo con la mirada perdida a lo lejos,
fuera de tu cuerpo, de tu alma. Es como si desvariaras cuando ves cómo pasan
los días y nada, como si lo nuestro nunca hubiera ocurrido, pero ocurrió y lo
sabes. Te estas consumiendo poco a poco, dejando el tiempo pasar como si el
tiempo tuviera razonamiento de pensar. El tiempo es luna y sol, horas
solitarias bajo la sospecha de la nada. Una pérdida de dos almas gemelas que
sin saberlo siguen unidas por ese hilo rojo…Da igual, sólo son caprichos del
destino, antojos de la edad del amor apasionado y con necesidad…Te necesito más
que nunca, lo mismo que tú a mí pero el orgullo y el temor a una negativa te
puede. Ni siquiera eres capaz de darte la oportunidad de saber si te equivocas
o aciertas, ¿quien sabes? Quizás te diga que no, que llegas tarde o puede ser
que me eche a tus brazos diciéndote al oído…¡Amigo mío, te estaba esperando…!
No dejes la oportunidad de desearte de nuevo mi amor, no vaya ser que te olvide
y no pueda recordar jamás ésta loca manera de amar y me vuelva a enamorar…Si,
aquella mañana tranquila y despejada en la cual me encontraba vacía y sola,
cuando de repente te vi pasar...Hay algo familiar en su caminar que me hace
sonreírle sin más, algo poderoso y misterioso y tan irresistible a la vez que
giro la cabeza como si me hubiera llamado, pero no lo veo ya. De repente
aparece a mi izquierda, junto a mí y los dos nos miramos con una complicidad
infantil, como si perteneciéramos a la misma tierra que nos vio nacer…Seguimos
caminando a la par cuando me preguntó la hora con una sonrisa burlona y en
desequilibrio, como si estuviera a punto de caer de sus labios, haciéndome
pensar que quería conocerme…lo mismo que yo a él…Son esos momentos de lucidez o
no, el caso es que a veces me siento desvariar o quizás sea esa curiosidad
mórbida que tenemos en la edad fatal de la pubertad y ahora me encuentro en la
misma situación como en aquella lejana curiosidad…Al momento nos entablamos en
una conversación fluida, parecía como si lleváramos años charlando sobre el
tema del tiempo, de los viajes y de los días cotidianos del momento actual…Al
pasar por una cafetería me invitó a entrar y por unos minutos estuve
titubeando, pero al ver su mirada risueña y amable, no tuve más remedio que
ceder. Nos sentamos en una mesita junto a la ventana, ¡era de lo más
romántico…! Me hacía sentir más mujer que nunca, especialmente una princesa, su
princesa...Estaba viviendo el momento más bonito del mundo, me creía única y
especial, como a mí me gusta sentirme cada instante de mi vida…debe ser que aún
no he madurado, ¡fíjate qué cosas me pasan! que aún estando despierta me
encuentro en un sueño de juventud…Mi corazón latía deprisa, deprisa…No dejaba
de sonreír y a mi mente acudían escenas de una infancia lejana cuando saltaba a
la comba con las niñas del barrio, y los niños no paraban de mirar a ver si en
un descuido nuestro, los vestidos se volteaban dejando ver aquellas braguitas
blancas de algodón…Nuestras miradas se entrecruzaban en un apasionante flirteo
como si fueran mariposas aleteando sobre lo pétalos en flor…Nuestros cuerpos
estaban reclamando pura posesión el uno del otro, era como un tango de amor…Esa
manera suya que tenía de coger la tacita de café y llevársela a la boca era
escandalosamente insinuante y provocadora, como acariciando sus labios los
míos…Me estaba dejando seducir por los gestos de su cara y con su mirada
penetrante se estaba delatando con las chispas de sus ojos parlantes,
parpadeando cuando retomaba el hilo de la conversación, poniendo tal énfasis en
sus palabras que me enamoró por completo, haciéndome perder la razón…Caí
rendida a sus pies…Me estaba enamorando como una quinceañera, al mismo tiempo
que pensaba desde mis más bajos instintos de mujer acaparadora, posesiva y
humanamente carnal…¡Éste hombre es para mí! No lo podía dejar escapar…Era el
hombre que yo andaba buscando, el hombre con el que había soñado toda la vida
desde que desperté al amor, el deseo de la carne y el fuego de la pasión…Fue en
ese momento cuando realmente me hice con los mandos de la situación, toda
cargada de erotismo puro y duro, y sin perder el hilo de la conversación, y con
mucha sutileza eché mano de toda clase de tretas y artimañas femeninas, que
sólo una seductora nata sabe manejar cuando se encapricha con un don Juan, como
era éste hombre que sin proponérselo él, me estaba enamorando de verdad, o
quizás era una aventura más de las que tanto abundan por aquí y por allá…¿qué
más da? No me lo pensé ni un momento, lo deseaba ya y punto. El fuego se adueñó
de mi cuerpo, todo ardiendo desde los adentros, al mismo tiempo que le sonreía
con ojos de gata en celo, provocándole con gestos coquetos. Por último me
levanté de la silla de manera descarada e insinuante, y él, caballeroso y desarmado,
al cederme el paso, me dejé rozar desde las espaldas hasta el trasero, ¡bingo!
A mi regreso estaba esperándome inquieto y llamando al camarero, sacó su
cartera y nos fuimos agarrados del brazo. Ya no sonreía tanto, ni hablaba, tan
sólo tenía prisa, las mismas prisas que yo y cuando llegamos a su casa nos
arrojamos unos a los brazos del otro como si estuviéramos poseídos de una
fuerza demoníaca…Y al otro día desapareció del escenario como por encanto…Y yo
sigo esperando que vuelva…Él me habla desde donde quiera que esté, lo sé, pero
tiene miedo a dejarse arrastrar por mí pasión. No quiere ceder su autonomía
hombruna a una mujer. Quieres tu libertad de hacer y deshacer, de estar con
cualquiera, con todas…Aún no te has dado cuenta que todas soy yo…No, miento, lo
sabes y por eso prefieres malvivir antes de volver a mí…Sabes que lo has hecho
fatal y por eso no te atreves ni a verme. Llevas el miedo pintado en la frente
y te creías que yo iba a dar el primer paso y por eso estás que te mueres de
rabia…Sé que no debería quererte pero te quiero, te echo de menos, ¡vaya que
sí! Pero no estoy dispuesta a ceder ni un ápice, ya me cansé de esperar…Te
creías que no podría vivir sin ti, pues te equivocaste de nuevo, porque me
encuentro en un momento tan lleno y me considero tan valiosa que ya no permito
que nadie me haga el más mínimo desprecio, y por mucho que yo sufra, me
abandonaré en las alas del viento…Será que estoy de vuelta de mediocridad y lo
que quiero es marcarme otras metas, como si estuviera jugando conmigo misma…Es
un reto, es una pasión o quizás sólo sea un juego más de la locura de mis
letras, que a veces se me enredan y me provocan a retratarlas como si tuvieran
vida propia…Son ellas o yo quien dicta a quien. O son mis antojos pasajeros…No,
son ellas mismas que se desprenden de mis dedos tecleando lo que sienten cada
letra por los caprichos del destino…
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