Fueron tan sólo unas palabras, nada
más que un saludo, dos palabras que se me clavaron en el alma y desde entonces
las llevo grabada con fuego en mi carne...Sé que miras en mi muro, lo sabes
todo de mí, lees mis relatos y por eso me piensas y te pienso…A veces te
imagino a lo lejos, caminando frente a mí, fumando un pitillo, hablándome con
la mirada y observando cada trazo de la caída de mi vestido...Te imagino
cediéndome el paso quemándome los labios con el fuego de tu mirada, y antes de
despertarme mi corazón late, late, late…Hay algo misterioso en éste sentimiento
mío que no me deja olvidar, fíjate, ¡qué cosas más raras me pasan! ¿Verdad?
Como si te hubiera conocido en otra dimensión. Es una relación especial que no
me deja ni dormir bien, pues cada vez que cierro los ojos ahí estás tú, en mi
mente, en la oscuridad como una presencia carnal mirándome y besándome…Tienes
una extraña manera de vivir en mi interior. Te siento justo en éste momento
como si fuera mi sombra. Eres tú, lo sé. Es una sensación constante y tan
vital, que derrocha toda la arrogancia de la fuerza de la visión
extrasensorial. Te siento, oigo tus pasos acercándote a mi lado, escucho hasta
tu respiración como una exhalación alrededor de mi cuello. Me pregunto por qué
haces esto, porque tu eres consciente, ¿verdad? He agotado todos los
interrogatorios y me digo que hay un toque de locura en mí, o quizás demasiada
fantasía que me envuelve y anima a darte vida, porque en el fondo es que me
gusta esa extraña manera de vivir, como si de verdad hubiera sentido tus besos
y abrazos, ¡vaya que sí! Debe ser que me enamoraste el alma con aquellas dos
palabras que traspasaron los límites sentimentales y desbordaron mi corazón
latiendo, siempre al son de tu existir…Hay algo sospechoso tras de esas dos
palabras que antes de nacer ya las oía yo, y luego llenaron toda una infancia
olvidada de mi vida…¡Hola nena! ¡Cómo me gustan esas dos palabras tan tiernas y
ardientes a la vez! Ahí siempre latiendo están, como si las pudiera oír en éste
preciso instante. Tal vez tú no deseas que yo las pueda olvidar y desde allí,
donde quieras que estés me las dices al azar.
Quizás tampoco me olvidaste y por eso me castigas desde el otro lado de
la pared…Me acariciaste el alma, mi amor, me la acariciaste con aterciopeladas
palabras de pasión, y el rocío amaneció en mil pétalos en flor...Me cantaste
una nana y se mecieron todos los sentidos de mi alma…Sin verte, ni oírte, ni
nada, tan sólo tus cálidas palabras en un mensaje que me tocó el alma…Yo creía
que sólo se acariciaba con toques de pasión, rozando tus manos mi cuerpo,
besando tu boca mi pecho y ardiendo mis labios por dentro…Y ahora que las
releo, las siento acariciándome por dentro…Fueron tan sólo unas palabras, nada
más que un saludo, dos palabras que llenaron mi ventana de paisajes hermosos al
alba…Han pasado los meses, los años y aún no te he olvidado como si fueras mi
eterno enamorado. Te tengo siempre presente mi amor, como si nos hubiéramos
conocido en una vida anterior y ahora reencarnado, de nuevo en el tiempo o
destiempo, ¡yo qué sé! pero ahí estás presente y carnal, vivo, ante mí. Casi te
rozo la piel con el pensamiento, fíjate qué cosas más extrañas, pura magia del
destino, donde los fantasmas deciden entrar entre la piel que rodea mis
adentros, y caminan por mi cuerpo volando para encontrar los argumentos para mi
teatro, pues no alcanzo a comprender. No tiene explicación…Me enviaste una
solicitud de amistad y te acepté y ahí empezó todo. Una aventura sobrenatural.
Tan sólo un saludo, y aquí estoy de nuevo. Quizás no supe interpretar lo que
querías de mí. Quizás fueron mis alas de golondrinas planeando a ras del suelo,
perdiéndome por las esquinas de tus recovecos y tuviste miedo. Y tú, águila salvaje,
tan sólo querías dominar el cielo, mi cielo…Y por eso ahora me siento de nuevo
aquí, echando mis lágrimas al viento, derramando las letras de la pluma del
sentimiento, a golpes de mi corazón abierto…No te puedo olvidar, siempre en mi
pensamientos estás, mi amor... Llegas cuando duermo, como una nebulosa que me
atrapa cada noche a la misma hora. Te veo como si estuvieras conmigo. Debe ser
ese hilo rojo que nos tenga unido…Sé que me espías, lo sé…A veces te imagino
abrazado a mi cuerpo, desnudando tu alma y tus ojos echando fuego, besando mi
boca y yo bebiendo de tus labios veneno…y muero... Muero aferrada a tu cuello
diciendo te quiero, y tu que me escuchas, me sonríes desde lejos. Siempre a lo
lejos de mi entresueños y cuando despierto ni te veo, ni me sonríes ni me
abrazo a tu cuello. Será que temes ser real y verdadero y por eso te vas.
Quizás seas ese fantasma mujeriego al que le gusta seguirme el juego, y te
viertes como una catarata en el manantial de mi alma, enamorándome con los
besos de tu cascada…Debe ser la fuerza de la corriente del río aquél donde un
día contigo soñé y me arrastra hasta tus pensamientos como si supieras de
ello…Otras veces te imagino observándome tras el espejo, me atraes a tu desnudo
cuerpo y me besas con la boca llena de deseo y antes de despertarme mi corazón
late, late, late…
domingo, 22 de febrero de 2015
martes, 17 de febrero de 2015
CON LA AGONÍA DE LA DESESPERACIÓN.- (MICRORRELATO)
No me tires más de la carne, que quiero seguir mi vida como antes, que ya hemos agotado todas las calles de pasión…Yo no sabía el poder que ejercía sobre él hasta aquél día, que desconfiada salí a la calle toda endemoniada perdida pensando que ya no me quería. Estaba poseída por algún maleficio que me envenenaba la mente con malos pensamientos, apoderándose de tal manera de mi alma que hasta vida le daba. Pasaban los días y apenas te veía y eso era lo peor que llevaba, que aunque sabía que en aquellos momentos no podía, era tan egoísta que me importaban un pimiento tus obligaciones, porque para mí, yo era lo primero y punto pelota. Reconozco que en eso me equivocaba, y aún sabiéndolo y siendo consciente de ello, seguía pensando que algo pasaba y que ya no me querías. Incluso llegué a convencerme que ya te habías aburrido de mí. Siempre he necesitado tu atención, tus besos y que me digas que me quieres continuamente y esto de ver pasar los días sin verte es un verdadero tormento. Todavía no me he acostumbrado a que pases de mí, y por eso hoy me he vestido de manera provocadora, derrochando sensualidad a cada paso, moviendo mis caderas descarada y seductoramente. Fue entonces cuando te vi pasar, te giraste y me hice la loca, como si no te hubiera visto, pero te cruzaste delante mía, y yo que me di cuenta me quedé al acecho, caminando tranquilamente, moviendo culete…¡Ya te tengo tras de mí como perrito faldero! Eso me da una hegemonía sobre tus sentimientos que te desequilibro emocionalmente, con una tranquilidad de lo más pasmosa, haciéndome la dueña de tus pensamientos, ¡fíjate lo perversa que soy! De todas maneras siempre tengo mis dudas. A veces pienso que vienes a por mí cuando te apetece y da la gana, y no me gusta que te creas que me tienes comiendo de tu mano como una gatita sumisa y obediente, me reconcome por dentro. Me hace sentir como la presa fácil y me irrita y me enfurece. No lo soporto, y por eso me he vestido como una auténtica diva y voy pavoneándome como me da la gana, y cuando lo vi, pasé por su lado balanceando mi cuerpo descaradamente sabiendo que me estaría esperando. Yo ya me había desabrochado el abrigo para que viera lo preciosa y atrevida que iba, y antes de cruzar la carretera se giró y me giré, y estando enfrente me puse un brazo en jarra y lo provoqué con la mirada y con mi cuerpo, vamos como si me estuviera ofreciendo...Al momento seguí mi camino y entré en la tienda. Tenía que comprar y cuando salí había desaparecido por completo, ¡me puse furiosa perdida! Estaba rabiosa porque me di cuenta de que ya no estaba como antes cuando me seguía por todas las calles, me buscaba como un loco y me besabas los labios comiéndomelos todos, todos…Disimuladamente miré a un lado y otro. No estaba por ninguna parte, y no sé por qué empecé a tener otra vez las dudas de siempre, así que me dediqué a ir por todos los lugares donde me imaginaba que estaría. Andaba ligera, rápida, desesperada, con los ojos desorbitados, inyectados en sangre, como para lanzarme a sus brazos y pecho y clavarle las uñas y arañarle la cara. La ira y los malos pensamientos invadían mi alma y antes de doblar las esquinas temía verlo en los brazos de otra, hablando con otra y mirando a otra. Al acecho, pendiente de ver pasar a otra, lo mismo que hace conmigo. Según caminaba lo maldecía con palabras cargadas de veneno. Hasta te veía esperando en cualquier esquina a alguna pájara de cuenta, pues en mi mente, las otras son todas unas arpías, busconas y ratas callejeras, hijas de mala madre y todos los adjetivos y apelativos denigrantes y grotesco que se me ocurrían, poniéndolas a parir de un burro. No lo veía por ninguna parte. Había desparecido del mapa. Los celos me estaban comiendo por dentro, ¡malditos celos! Siempre imaginándome que está con otra. Sólo pensarlo me vuelvo loca. Empecé a dar vueltas de nuevo. Lo busqué por todas las calles, si esas calles donde tú y yo nos besamos, las mismas que conocen nuestros pasos y nuestros apasionados abrazos. No podía quitarme de la cabeza que lo pillaría buscando a otra y eso nada más que pensarlo me llevaban los demonios y no paraba de maldecirlo mil veces, pensando que si lo encontraba le diría de todo, pero al darme cuenta de que otra vez iba a meter la pata, me giré y me dije que yo valía mucho y que no merecía la pena, así que me dediqué a dar vueltas para ver si llegaba más tarde que él. Por todo el camino sufriendo de dolor pensando esto y lo otro, imaginándome lo peor, cuando de repente llego a mi casa y lo veo esperándome con los ojos llenos de rabia. Entré en mi portal y subió tras de mí corriendo, preguntándome dónde me había metido, al mismo tiempo que me agarró por la cintura, abrazándome, besándome con unos besos locos y ansiosos, muertos de hambres, esos que tanto me gustan y que me vuelven la cabeza loca, loca de pasión, a la vez un interrogatorio continuo y aparatoso, medio respirando, casi ahogándose en mis labios sus besos locos…¿Dónde has ido… dónde te metes…con quién has estado? ¡Dime la verdad! ¡Mírame a los ojos! ¡Como me entere que andas con otro…! ¡No te rías…! ¿De qué te ríes? Apenas podía respirar, su boca en la mía no me dejaba hablar…te quiero, te quiero… Me decía con la agonía de la desesperación…
lunes, 9 de febrero de 2015
A LA MERCED DEL TIEMPO.- (MICRORRELATO) Tercera parte
Caminando me encuentro de nuevo,
buscándote como siempre, es tan grande las ganas que tengo de sentir tus besos
que me duele hasta el mismo pensamiento, el aire que respiro y el recuerdo...Te
echo de menos mi amor, hace tanto tiempo que no nos vemos, que es como si todo
se hubiera acabado, pero no, yo sé que me esperas y te espero…Tengo miedo de
perderte y sin embargo te siento en lo más hondo de mi alma, sé que me buscas
con desesperación y ganitas tengo de verte para decirte cuánto y cómo te
quiero…Mis pasos me llevan al templo donde me descarno y hablo con Dios, es lo
único que me queda para la tranquilidad de mi alma pues allí siento reposo y calma…Señor
mío, yo no tengo nada, tan sólo soy una mujer enamorada, fíjate, ¡qué cosas me
ocurren y a mi edad!¡qué vergüenza! Me he vuelto una descarada. Antes era
incapaz de cualquier cosa, reprimía mis sentimientos y hasta veía mal cuando
oía a las señoras mayores hablar con tanta arbitrariedad del sexo. Yo creía que
eso era sólo para la gente joven y ahora mírame. A veces me siento como perra
en celo, perdóname, yo sé que debería sujetar mi lengua pero es que ya no puedo
más. Soy tan desdichada que ya no sé ni qué camino tomar. Estoy esclavizada a
una vida tan mala que es como si no pudiera romper las cadenas que me atan…¿Qué
hago aquí? Me pregunto, qué hago aquí...Me grita, me humilla, se burla de mi y
hasta me empuja. Quiere obligarme a quererle pero no puedo y desde que me
enamoré menos. Estoy viviendo en una red de mentiras que tarde o temprano
reventará como una bomba nuclear. Hoy le he plantado cara y le he dicho que no
lo quiero, que nos tenemos que separar y lo único que me contestado es que me vaya,
porque de casa no se mueve. Tampoco puedo irme a vivir con él, es muy joven a
mi lado, por eso he decidido dejar ésta relación que me está destrozando el
corazón. Pobre de mí, no sé qué será ahora de mi vida y en casa me espera lo
peor, porque me siento como una extraña a su lado. Señor mío, sabes que no
estoy preparada nada más que para lo que hago, y para colmo no tengo ni un
duro. Lo único que tengo es fe. Señor, yo no tengo donde ir, además ya mismo se
cumple el contrato y no me quedará apenas paro, ¿qué va a ser de mí? No tengo
la culpa de que se cruzara en mi camino, no lo busqué, me lo encontré y para mí
que me estaba esperando. Es como un regalo a mi alma, a mi corazón, a mi
cuerpo, pues nunca había sentido tanta pasión. Me siento sumergida en un
callejón sin salida, y él lo presiente porque me alejo…Está muy callado, lo
siento remiso y distante, pero alerta a la vez...Tiene miedo de algo superior a
sus fuerzas. Teme estar siempre pendiente de mi vivir. Se siente esclavo de sus
propios sentimientos y por eso está pensativo y callado...Teme no saber
diferenciar quién es él y quién soy yo...No me quiere dejar, quiere seguir
conmigo y me ha dicho que la edad no es un obstáculo, que me quiere, que está
enamorado y que ya no puede vivir sin mí, que nos demos una oportunidad y que
dejemos el tiempo pasar, que nos arriesguemos y que juntos empecemos la
aventura del amor hasta que se acabe la pasión…De nuevo buscándome por los
pasillos y cuando lo veo me lo como a besos, entregándonos a una revolucionaria
lucha de pasión…Nos escapamos por las calles como dos enamorados, nos
escondemos y nos revolcamos a la merced del deseo, y para conformarme me digo
creyéndomelo, ¡basta ya de tanto sufrimiento! No, no me lo creo, siento una
lucha interior…Vapuleada por el tiempo me siento que no ha dejado ni un
resquicio de mis sentimientos salir hasta éste momento, ¡a qué mala hora
llegaste mi amor! Ya no tengo ni edad ni tiempo para sentir tus besos, ¡qué
vergüenza! Tener tantas ganas de ti, ¡hasta yo misma me escandalizo de tan
ardientes deseos! Me pregunto si será el momento adecuado y oportuno para mí
para saber lo que es el juego amoroso con sexo y pasión. Miedo me da de lo que
puedan pensar los demás, y a mi edad ya no es normal…Siento lástima de mí
misma, y no puedo comprender qué está pasando por mi cabeza. Será que tenga que
sobrevivir a tan alocada situación de mi corazón. Toda una vida guardando la
compostura, acomplejada perdida, llena de pudores, siguiendo los pasos que me
dictaban la razón, criticando a la juventud de ahora que sólo piensan en el
sexo. Esos hombres y mujeres que se conocen en cualquier discoteca y terminan
acostados en la cama, como si el amor fuera de usar y tirar, y mírame, sin
vergüenza ni pudor, haciendo lo que me da la gana, dejándome llevar por mis más
bajos instintos carnales, arrasando por calles estrechas y callejones oscuros,
abrazándote por todas partes, casi avasallándote, acosándote como una
mujerzuela cualquiera, subiéndome las faldas hasta las caderas y provocándote a
que me abraces por la cintura para bailar ese tango lento o ese zumba, que
zumba, que es lo que se danza ahora, enloqueciendo hasta dejarme floja, caído
mis brazos y rendida mi boca a tu boca, la garganta casi rota de suspirarte
amor mío, los dos al mismo ritmo…¿En qué lío me he metido que ya no sé salir de
éste laberinto de pasión? Y tú que lo sabes, me arrastras al infierno ese de
tus bravos y ardientes besos donde siento tu deseo lleno de fuego...Y a mí que
me encanta y me conviene en éstos momentos de exigentes sentimientos, donde la
batalla la tengo perdida desde el primer día que tu mirada y la mía se cruzaron
en el pasillo de la vida…Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena y mira
cómo aprendo a bailar este ritmo que viene y va de una manera tan sensual…Bendita
sea para mi alma y mis caderas que he aprendido a la primera, pero a
deshora…¡Bienvenida sea aunque pierda la custodia de mi amor! A eso me
arriesgaré dando rienda suelta a su merced…Y aquí de nuevo me veo siguiendo los
pasos tras tu antorcha, que con tu fuego encendiste la llama de mi deseo y
ahora me está quemando por dentro, pensando e intuyendo que cada rincón que veo
me enamora y me incita a pecar. Mis pensamientos me llevan contigo, desatando
todas las pasiones que se quedaron en el jardín del olvido y ahora salen
precipitadas y a tropel como insectos alrededor de tu clavel. Ya no sé lo que digo, apenas
distingo, tan sólo me dejo llevar por mis más bajos instintos al libre albedrío
de mi despertar continuo, pensando que eres el virus de mis emociones que te
has colado por mi cuerpo como timonel de un barquito velero, haciéndome sentir
polizón en el timón de tus deseos, pues a partir de ahora serás como la brújula
de mis movimientos, siguiendo la flecha de tus deseos y me dejaré llevar a la
merced del tiempo…
lunes, 2 de febrero de 2015
HASTA QUE REGRESO A CASA.- (MICRORRELATO) Segunda parte
Te quiero que te quiero, y querer
quisiera no quererte, pero te quiero... ¿qué más quisiera yo no querer como te
quiero? Pues aún así, te quiero...Y por mucho que quiera no querer de la manera
que te quiero...Te quiero y te querré como si fueras lo único que quisiera
querer mientras quiera mi querer...De nuevo me veo sin saber qué hacer con mi
vida, ésta vida tan extraña que me lleva por el valle de la amargura, sin
rumbo…Mi vida es un infierno, cada día que pasa es peor que el otro, y aunque
reconozco que estoy viviendo una aventura llena de pasiones inconfesables,
cuando llego a casa se me derrumba el mundo. Me tiro toda la tarde metida en mi
cuarto llorando con tal desazón, que hasta ganitas me dan de tirarme por el
balcón. Si no fuera por la alegría que siento al pensar que al otro día voy a
tenerte en mis brazos, no sé qué haría. Y es que esto de enamorarse a mi edad
es muy fuerte. Demasiada pasión me embarga y siento como si me ahogara, ¡qué
cosas Señor…! Nunca había experimentado tantos besos locos y desenfrenados a
escondidas, deprisa y corriendo, pues no me gustaría que en el lugar donde
trabajo me sorprendieran, ya que me tienen por una gran señora y si se entera
mi jefa, seguro que me ponen de patitas en la calle, y en éstos momentos de
crisis, si no fuera por mí, no sé qué harían mis hijos y marido…Un marido al
que odio por su tiranía y que nunca supo tratarme como mujer, y tres hijos
varones tan machistas como él y que jamás me apoyan además de hablarme fatal, y
no es que sean malos, sino que es lo que han visto siempre. Me siento sometida
por los cuatros y el mayor lo único que dice, es que su padre siempre ha sido
así y que ya no puede cambiar. ¡Genio y postura hasta la sepultura! Contesta el
del medio, y el pequeño pasa, no dice nada, tan sólo calla, abre la puerta y se
marcha…Llevo toda una vida encerrada entre mis prejuicios, mis soledades, mis
pudores y mis temores. Tengo miedo al que dirán, al escándalo y por eso aguanto…Desde
que empecé a trabajar, he descubierto una nueva forma de vivir y me he dado
cuenta de la gran diferencia. Por primera vez en mi vida sé lo que es el amor y
que aún puedo ser feliz, pues nunca es tarde si la dicha es buena. Ya no pienso
consentirle que me levante la voz, pero no me escucha, la alza más, hasta abre
las ventanas y se lía a gritar para que todos los vecinos los oigan y cuando
salgo a la calle, las vecinas me miran de una manera…¡Qué vergüenza paso, por
Dios! Estoy deseando llegar a mi trabajo donde me tratan como a una princesita,
su princesa…Me guiña un ojo, me sonríe y me roza la mano…y mil mariposas
bailotean por mi estómago…y si nadie nos ve nos hinchamos de besos y abrazos,
hasta que oímos pasos. Son los pasos de las compañeras de trabajo que para mí
que ya están murmurando…Me abraza con tanta insistencia que caigo rendida como
una quinceañera. Nunca he saboreado tanto ardor en mis carnes, ni cuando me
casé, y ahora resulta que soy pura pasión. Me encanta ésta manera loca de
querer. Es como si hubiera estado apagada, un volcán que de repente entra en
erupción…Hasta que llego a casa donde me siento sometida a los gritos, a los
insultos y a la mala vida…Y me encierro en mi cuarto, cierro los ojos y me
trago mi llanto…Me duelen hasta los suspiros que ya salieron, las ansias de
tenerte y los besos por darte...¡fíjate qué fuerza tiene éste anhelo! que se
enreda perdiéndose en los tiempos...En los tiempos equivocados para mí, pues tú
estás en tu momento actual del presente inmediato, tus cuarentas años, pero yo
no. Yo me quedé en el ayer, en la edad esa de mujer enamorada y con novio, pero
ni novio ni enamorada, tan sólo un hombre que por mi puerta pasaba y por no
quedarme soltera antes de los treinta, me casé. Me casé para liberarme de mis
padres, y porque todas mis amigas se casaron…Es un espantapájaros que siempre
está sentado con el mando de la tele en la mano. Desde que se jubiló le ha
cambiado el carácter y si antes era malo, ahora es peor. Es un aburrido, un
tirano, un dictador que no sabe comportarse, ni en casa ni en la calle, y para
colmo llega a la hora de comer con dos copitas de más y huele que trasciende.
¡Socorro! ¡Ayudadme! ¡Sacadme de aquí! Siento mi alma decir…Cierro mis ojos y
soñando contigo, te hablo junto al oído…Tu oreja en mi boca, gritando tu
nombre, vencida y ya loca…tú eres mi hombre…Yo no sabía que era tan atrevida
hasta que te conocí, mi amor, abandonándome a tus brazos y dejándome querer con
esa furia tuya…Luego me regodeo en el recuerdo y sueño contigo cada momento de
nuestro encuentro, y te veo en mis pensamientos…Yo no sabía que era una gata,
la gata salvaje que estaba escondida dentro de mi traje, ¡vaya que sí! Ese
traje que me pusieron cuando nací…El traje de mi generación y que tú me has
arrebatado con tanto ardor…hasta que regreso a casa…Me da voces, me grita, me
insulta, me humilla, me descalifica y me llama desgraciada. Tiene razón, soy
una desgraciada, lo sé, y él no para de repetírmelo. Me machaca diciéndome todo
el santo día que no tengo donde caerme muerta, que soy una vieja y que por
narices he de vivir bajo el mismo techo hasta que me muera…Después se lía a
nombrar cada miembro de mi familia y no se salva ni uno, no los puede ni ver,
los odia a muerte…Te espero por los pasillos, entro en las duchas y dejo la
puerta abierta para que veas cómo me paso la esponja por los brazos y las
piernas, ¡estoy viva! Lo tengo loquito, lo sé, me lo dice su mirada, y yo que
estoy deseando sentir de nuevo sus besos, lo arrastro hasta dentro del baño y
de mi cuerpo…Me lo como a mordiscos, le suspiro al oído y me recorre desde
arriba abajo, con apasionados susurros de sus labios…Se me desata la lengua con
la apasionada elocuencia de mi voz…Hasta que regreso a casa...Continuará
Suscribirse a:
Entradas (Atom)