miércoles, 31 de octubre de 2012

NOCHE DE HALLOWEEN EN NUEVA YORK.-

¡Halloweenn, halloween! ¡Ésta noche es halloween! Y mira por dónde estoy montada en un avión, camino de Nueva York. Yo no quería ir por que me daba mucho miedo, pero mi marido quería correr la maratón, justo antes del noventa y dos, ¡siete horas volando por el aire! ¡con el rosario en la mano rezando y rezando! Y las nubes pegadas a mi lado, y el sol observándome con todos sus rayos. A veces me asomaba por la ventanilla y ví un pedazo de ala que bajaba y subía, ¡hasta se ladeaba! Al lavabo me fui corriendo muertita de miedo, ¡casi tambaleándome! No atinaba al agujero hueco, y mientras me bajaba la cremallera del pantalón vaquero, me acordé de la película de Enmanuell y no sé por qué...

Estaba agotada de tanta tensión, y cuando aterrizó el avión, resulta que era todavía las primeras horas de la tarde, así que después de dejar las maletas, montamos en el metro y antes de pensarlo, ya estábamos en la Quinta Avenida, toda llena de paisanos y policías. Nunca podría describir con palabras aquél desfile extravagante, rocambolesco e impresionante. Si tuviera una coctelera, mezclaría apelativos y adjetivos. Todos los nominativos abstractos que definen al gran teatro de la vida como una parodia mágica en un rato, desentrañando con grandilocuencia tan pintoresco espectáculo, donde el esperpento se mofaba de lo grotesco haciendo gala de la sátira con irónica burla. Era un escenario descomunal, lleno de excentricidad y de espejismo, teniendo la noche de Halloweenn como excusa para liberar a los bufones que todos llevamos dentro sin temor al ridículo. Grandioso, indescifrable, precioso, interminable… 
Yo estaba cansadísima, no paraba de pensar en las sietes horas que llevaba de más en mi cuerpo, los ojos se me cerraban, y la cabeza se me caía de un lado a otro, apenas tenía fuerza para estar de pie, así que me senté en el borde de la acera, por que aquél desfile no se acababa nunca. De repente me perdí, y sin darme cuenta me ví sumergida en un mundo extraño, donde me arrastraba a cuatro patas por un tunel oscuro, ¡negro, negro! ¡olía a tierra profunda! ¡qué miedo! ¡estaba asustada perdida! De repente oí mi propia voz llorando y gritando con todas mis fuerzas. Estaba llamando a mis dos hermanos que se habían metido en unas cuevas, por La Carbonera, cerca de la playa del Chorrillo. No me oían, reculé sobre mis pasos, me senté en una piedra llorando... Al momento sentí que me zarandeaban, era mi marido que trataba de espabilarme, pero yo no podía, el sueño volvió a vencerme y de repente me encontré ante una gran puerta. Un frío terrorífico me recorrió por todo el cuerpo, con un temblor que hasta me rechinaron los dientes. Parecía que venía del más allá, ¡de ultratumba! Sentí como si mis extremidades se helaran, y mis dedos eran como carámbanos clavándose en mi pecho, igualito que un puñal afilado, afilado... Era tal la frialdad que de allí amanaba, que se me erizaron las venas, dejándome la sangre completamente congelada. Empecé a gritar de miedo, y mirara donde mirara, solamente se oía un siseo susurrando: "Que te veo, que te veoooo" Corrí como una loca, asustada perdida hacia otra parte. El roce de los zapatos de algunos que andaban por allí, se perdían en éste laberíntico templo de capillas y columnas. Algunas tenían formas fantasmagórica, ¡enormes! Con bocas abiertas y dos agujeros negros en una especie de rostro grotesco. No parecían terrestre. Sentí una sensación tan extraña que hasta me transportaba a épocas lejanas, y mirando hacia arriba crucé los muros del techo, ¡igualito que un cielo negro! ¡sin estrellas ni luceros! Alto, alto y oscuro, oscuro... El suelo estaba desgastado y brillante, tanto que si me descuido me pierdo entre resbalones y batacazos, tan amplio y basto, con unas similitudes que allá donde la vista alcanzaba, con estatuas e imágenes me tropezaba. De repente me topé con una cara que me miraba, me quedé atónita, casi me caigo del susto y salí pitando hacia un portalón, con el cual me pegué en la frente golpeándomela tan fuerte que caí rodando por unas escaleras que llevaban a un sótano más oscuro todavía, dónde una figura esperpéntica de mujer hablaba con una columna gigantesca, grande, grande, ¡enorme! Me arrastré como pude, aguantando la respiración, escondiéndome tras un muro, y mientras gateaba, oí que decía: ¡Te odio! ¡Te odio a muerte! ¡Vete por que no quiero verte! Te juro por lo más sagrado, que cuando me muera, pienso resucitar de nuevo, llamar a tu puerta, cogerte del cuello y arrastrarte para los adentros... ¡He pecado! ¡Sí señor! ¡Nunca lo he negado! Pero sólo fué por su amor, un amor engañado, malo, turbulento, retorcido.... ¡Te quise más que a mi vida! ¡Más que a mi sangre! Sólo tú existías en mi delirio, y cuando supe toda la verdad, ¡me dieron ganas de matar...! Te juro por mi santa madre, que voy a salir de entre los muertos, y como una serpiente, me pienso enroscar por tu pecho, enredándome por tus pensamientos, y cuando estés sin  aliento, te envenenaré con mis besos, y te arrastrararé hasta los mismísimos infiernos...
Y colocando su mano en la columna desapareció por completo. Salí titubeando de mi escondite, y acercándome a la columna, vi todas las palmas de las manos del mundo entero plasmadas alrededor de ella, y al apoyar la mía tuve miedo, mucho miedo, como si alguien quisiera llevarme hacia adentro, muy adentro.......

martes, 30 de octubre de 2012

LA PILA DEL BALCÓN.-

Mi madre nos está bañando a Lola y a mí en la pila del balcón, como siempre entonando una canción: "Un gatito que tiene mi vecinaaa, es muy chulo que gasta pantalooón, por la mañana me pide chocolateee, dámelo, dámelo, dámelooo..." Al aire libre y a la vista del sol, de pie las dos pegadas y en pelota picada, y lloriqueando le digo: "¡Mamáaa, que nos ven!" - "¡Calla y agáchate!" - Y nos echa el agua por lo alto con un cazo, volteándonos de arriba abajo como si fuéramos platos, frotándonos con jabón verde y estropajo, ¡lo mismito que a los cacharros! Dejándonos la piel a retazos, ¡escamondadas perdidas! Después se lía a enjuagarnos la cabeza como si fuéramos dos lechugas, del vinagre que nos echa, acabando, ¡por fín! sentaditas en el solecito con los pelos la mar de repeinadito, que cuando se nos seca parecemos dos cebolletas de limpias y fresca. Después de tirar el agua, se pone a lavar la ropa en la pila, ¡me encanta mirarla! Sobre todo cuando la frota con el mismo jabón que a nosotras, que continuamente, se empeña en restregarla sin cesar, de tal manera, que parece que se está peleando con ella. Por delante y por detrás, luego le da la vuelta y ese rascacrá, rascacrá me tiene encandilada. Sus gordotas manos no paran de aquí para allá. Con el cuello inclinado y las mangas arremangadas hasta los codos,¡tan hermosos! con dos hoyuelos, frota sin piedad. De vez en cuando vuelve la mirada hacia el suelo, donde una montaña de ropa espera su turno, y una palangana medio escondida llenita de bragas y pañitos metidos en agua con lejía. Su cuerpo se balancea al ritmo del rascacrá, acelerado por las fuerzas de sus brazos, mientras canta: "Por la calle de Alcalá, los turistas vienen y vaaan..." Cantando cada vez más despacio, dando montones y montones de tortazos contra la escalerilla de piedra, que en pendiente se pierde en el fondo de la pila... ¡Arriba, y abajo! ¡Arriba y abajo! Era una lucha continua entre manchas y espuma, cada vez más sucia el agua, hasta que la sumergía, ¡mil veces! para enjuagarla, retorcerla y escurrirla. Después de tanta parafernalia, ¡al cordel! Mi madre pone una caña larga en el centro del tendedero, de manera que al apoyarlo contra el borde del balcón, parece un barquito velero...

lunes, 29 de octubre de 2012

CAMINITO DEL COLEGIO.-

El maestro don José le da a los niños clase y algún que otro palmetazo que les deja las manos rojas como tomates, ¡la letra con sangre entra! y al que no sabe leer lo pone de cara a la pared, menos mal que a las niñas nos enseña su madre que es una abuelita muy chica, chica, chica, vestida de negro y la cabecita siempre la está moviendo como si estuviera diciendo, no, no, y que no, y cuando me pongo a leer tras ella no paro de mirar su cogote por que entre los pocos pelos que tiene, se le ve la carne entre ellos con un moñito que parece una cabecita de ajo.... Pero cuando toca la campanilla... ¡Yupiiii! Nos apegotonamos en el pasillo, y con el bocadillo en la mano, salimos a trompicones hacia aquél caminito tan estrecho que nuestro pies han dibujado a fuerza de pisotearlo una y otra vez. Me entretengo mirando las hormigas que en fila van, unas tras otras, como si fuera un desfile. Cuatro o cinco llevan una cáscara de pipa, ¡madre mía, si parece un entierro! Al lado un escarabajo negro y gordo arrastra un grillo tieso y de vez en cuando se detiene porque tropieza con una cagarruta de cabra, toda redondita y negrita como si fuera un caramelito. De pronto una lagartija ha pasado corriendo, huyendo de mí, ¡menos mal que no se ha dado cuenta que tengo más miedo que ella! Al momento me tropiezo con una caca marrón, de forma circular, igual que los churros, más seca que un estropajo, donde unas moscas verdes y cabezonas, revolotean alrededor, hasta le han pellizcado un poco, y se observa algo blanducha y jugosa, la mierda esa tan asquerosa, que incluso huele un poco, ¡uf, qué asco! Unos cuantos insectos van y vienen por el aire tan pequeños que apenas se vislumbran, ¡son molestísismos! Caracoles secos están por todo el camino y unas cuantas cochinillas van andando por un atajo, tan sumamente estrecho que no cabe ni una ojeada... Las mariquitas se van de jarana, ¡hala a la feria! tan preciosas con el cuerpecito rojo y unos lunaritos negros... Las boñigas de las vacas aparecen por todas partes y un cagajón, dos y tres, me indica que el asno del señor Paco, el panadero, sí, sí, ése que despierta al barrio entero con su silbato... Sí, ese, que cuando las vecinas del cuarto y del quinto piso están recién levantadas, descuelgan la bolsa por la ventana con un cordel para que les ponga el pan en ella, pues ése mismo ha pasado por allí con los serones de esparto vacío, y los tábanos que lo persiguen sin cesa. El pobre siempre con el rabo de un lado para otro, porque le pican hasta en el mismísimo culo.... Múltiples margaritas sobresalen de los jaramagos y los cardos cucos, que con sus pétalos blancos mecidos por el aire, dejan ver un disco amarillo donde las avispas se entretienen volando de unas a otras.... Algunas violetas adornan el paisaje, que junto a las amapolas, hacen que el malva y el rojo se fundan en un rubor encendido tan bello, ¡madre mía! que el alma se me llena de alegría, y esplendorosas me invitan a vivir... Entre ellas las ortigas llenitas de espinas y una chumbera cargada de higos, que los niños casi siempre golpean con palos para hacerlos caer, ¡qué ricos están! La hierba crece de una manera salvaje, donde el canto del grillo se mezcla con el olor de las flores y una chicharra medio loca, siempre cantando la misma canción... De repente un saltamonte ha saltado sobre mí y salgo corriendo hacia atrás, donde unas cuantas hormigas rojas llevan trocitos de pan seco y un ciempiés las persigue lentamente... De repente veo una mariposa preciosa volando en zigzag, como una bailarina, al momento enmudezco, no hago ruído, ni siquiera parpadeo y me acerco despacito aguantando la respiración, paso a pasito por ese caminito, donde apenas caben mis pies... Me agacho, me quedo muda y alargando el brazo derecho, preparo mis dedos.... El pulgar y el corazón están deseando de prender las alas de la mariposa, ¡son tan bellas! De color marfíl con unas rayas negras atravesándolas y el cuerpecito agusanado, ¡qué bonita y hermosa es! Hinco una rodilla en la tierra esperando que cese su vuelo, ¡al fín! No se mueve... Un leve temblor hace que avance un par de centímetros hacia ella, casi rozo sus sedosas alas... Titubeo....Mejor es dejarla en libertad... ¡Vuela alto mariposa! ¡Vuela alegre alegre y risueña que no quiero con mis letras quitarte lo más bello que la naturaleza te ha concedido de dar al campo salvaje éste toque divino!

domingo, 28 de octubre de 2012

MIS HERMANOS Y YO.-

¡Hola! ¡Aquí, que estoy aquí! Y es que esto de estar en medio de tantos hermanos es decir ¡apáñatelas como puedas! Nadie me hacía caso, todo el mundo me ignoraban... En éste momento soy una niña tan  pequeña, que ni siquiera sé la edad que tengo, pero mi madre está cantando "Mambrú se fué a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena..." Ji, ji, siempre está contenta y a mí me gusta mucho oírla....
Me llamo Fifi y soy feucha, canija y chiquitilla, además tengo tantas pecas en la cara que todos los niños de la calle me dicen que parezco un plato de lentejas, y para colmo tengo los pelos tiesos de rata. Mi hermano el mayor me llama ratita sabia, y mi madre cuando se refiere a mi con las vecinas, les dice que tengo mucho salero y que soy más lista que el hambre, así que lo demás no me importa, claro que después se viene todo abajo, cuando por mi atrevimiento, derramo la leche o rompo un vaso o platos, y me llevo todos los sopapos y tirones de pelos, aunque no tenga la culpa, por que mis dos hermanos más chicos, corren que se las pelan escondiéndose debajo de la cama, y mi madre la pobre, nunca los atrapa, je, je... Bueno, ahora me han apuntado a un colegio que está lejísimo, y lo paso fatal, porque me da mucho miedo de los perros, de los gatos, de los gallos y de las gallinas, ¡hasta de los pollitos! y no digamos de las vacas. Para mi hermana Lola y para mí es un verdadero martirio ir, por que tenemos que atrevesar un camino lleno de vacas gordas e infladas, que con tanta parsinomia andan de un lugar a otro, y nosotras en un descuido de ellas, ¡chias! corremos como lagartijas, menos mal que nos lleva mi otra hermana, la mayor, ¡es de guapa! Yo la quiero mucho porque me está enseñando a patinar con una cuerda atada a la cintura y me lleva corriendo, corriendo por las cuestas y cuando llego arriba del todo me dejo caer hasta abajo sin parar, y no sé cómo, pero he dado una vuelta de bailarina estupenda, por que si no me habría estampado contra la alambrada de al lado, y no me vea la que arma mi padre, por que el otro día tuvieron que ponerle la inyección del tétano a mi hermana la chica, ¡esa si que es traviesa! Sobre todo cuando se escapa de casa con mi otro hermano más pequeño y no aparecen hasta el atardecer, mi pobre madre siempre tiene que salir a buscarlos por toda la calle llamándolos a voces, y no sé cómo se las apañan, pero cuando menos te lo esperas, ya están en casa los dos juntitos y llenitos de churretes por todas partes.


  

MI MUÑECA DE TRAPO.-

Mi hermana Lola y yo siempre estamos juntas. Me lleva once meses, así que compartimos los mismos temores, juguetes y oraciones, menos las muñequitas de trapo que mamá nos ha hecho a cada una, con unas puntaditas negras en los ojos y unas cuantas más en la boquita con hilo color rojo, una madeja amarilla en la cabecita, con brazos y piernas recosidas por todas partes... ¡Qué bien los pasamos metiéndola en el agua toda enterita! Ahora de cabeza, ja, ja, ja... Ahora de pie, jua, jua, jua... ¡Toda la melena mojada! ¡Arriba y abajo! Después de hartarnos, la tendemos en el tendedero del balcón patas abajo, ji, ji, ji... ¡Es de lo más divertido y emocionante...!
Más tarde nos compró una muñeca de cartón para las dos. Tenía la cara de china la mar de bonita y una mañana muy tempranito nos dijo que se la enseñáramos a la vecina de enfrente, con tan mala pata que se nos cayó al suelo y el primer día de tenerla en nuestros brazos se le rompió la cara a pedazos, ¡cuánto lloramos las dos! Mi padre, el pobre, como siempre, pegándola con pegamento, mientras mamá chillando decía que éramos unas destrozonas y que no podíamos tener nada nuevo, y nosotras berreando... La verdad es que nada más cerrar mi madre la puerta nos liamos a tirar una de la cabeza, y la otra de los pies por que las dos queríamos llevarla, y entre ese tira y afloja... ¡Zas!
De esa manera fui creciendo, sin darme cuenta de que cada año la familia aumentaba como por arte de magia, siendo consciente de repente, que había alguien gateando por el suelo, y un niño nuevo berreando en el moisés con un chupete puesto como caído del cielo, pues antes de ahora, tan sólo recuerdo un muchacho alto y muy guapo, el mayor de todos los hermanos, apareciendo y desapareciendo como por encanto, en cambio sí que tenía presente a una chica pegada a mis espaldas, blanca escuálida y desgarbada, con una cabellera morena y ondulada...
... Y recordando estaba que recordaba su infancia, cuando caí en la cuenta de que no era yo, si no ella la que ya estaba, y me viene ahora a la memoria aquella noche de luna iluminada, en la que una silueta de dos bocas se besaban, cuando verdaderamente sentí la noción de mi ser en la que ella ya me cuidaba en el jardín aquél...¡Qué guapa y alta es a mi lado! Siempre está detrás de mí o entre Lola y yo, y nos tiene de las manos agarradas fuerte, fuerte... Nos baña, nos viste y nos peina, además me abrocha la hebilla de las sandalias en verano y me ata los cordones de los zapatos gorilas en invierno subida en lo alto de una mesa cuadrada, toda tiesa de patas rectas, y no paro de mirar y remirar lo bien que le sale esa moña tan linda y hermosa....

viernes, 26 de octubre de 2012

RECICLANDO EL TAPIZ.-

Hace algunos años que empecé a escribir éste libro, y mira por dónde después de mandarlos a muchas editoriales, a una les gustó, y ahora he decidido reciclarlo, ji, ji, así que empezaré de esta forma:
He hecho una relación de las cosas más importantes para mí, pues gracias a ellas, yo sigo aquí y de esta manera:
Papá, papaíto mío, guapo y querido, nunca te he dicho en persona lo que pienso, pero ahora, si me escuchas, quiero decírtelas, y sobre todo que las sepas:
-  Si tú no hubieras saltado las tapias del cuartel para ver a mamá, no la habrías conquistado...
- Si no te hubieras peleado con uno que la pretendía y de los celos malditos le mordistes una oreja que casi se la arrancas, no la habrías enamorado...
- Si no la hubieras enamorado no te habrías casado con ella y jamás habría conocido a mis hermanos y ahora no estaría yo aquí conmigo a cuesta...
-Si no te hubiera empujado en la sillita de ruedas cuando tú no podías caminar, me habría perdido el descenso del río Sella, que fué una aventura inolvidable y de lo más emocionante. (16kms remando)
- Si no os hubiera cuidado a tí y a mamá cuando ya no podíais, de viejitos, enfermos y cansados, hoy no me sentiría así de serena y dispuesta...
Gracias a vosotros he devanado la bobina del amor y he bordado éste Tapiz, con los hilos del corazón...